jueves, 24 de enero de 2008

Cráteres de agua

Como una erupción de lava, vuelta en espuma salada, el Atlántico brama y muestra su furia.
Ha taladrado la roca como una idea fija taladra la mente. Y entra en efervescencia que admira al paseante por la escollera.
El zumbido de la ola bajo la piedra sobrecoge el ánimo. El espectador piensa que así- como ese mar enfurecido- se revuelven las cosas de la vida en su pensamiento.
Mira el roquedal erosionado para no dar un mal paso y sufrir una mala caída. Entonces observa que uno de los orificios que el mar ha practicado en la dura superficie de la roca, justamente el que vemos nosotros abajo, a la derecha, tiene forma de corazón.
Entonces adquiere la certeza de que el mar de la vida nos trae y nos lleva, esculpiendo formas y dejando improntas.
Y a veces, le arranca a uno el corazón. Y queda el hueco, vacío, anhelante.
De vez en cuando, la vida entra en erupción y llena ese hueco de lágrimas salobres.
Es el mar en las rocas.
Es la vida en las almas.

Caballero en lucha con dragón

Esta escena, labrada en el metal de una puerta de doble hoja con un encanto casi infantil, está en Elche. Me imagino que cientos de personas pasarán junto a ella sin mirarla siquiera, pero a mí me subyugan estos detalles de ornamentación artesanal que dotan de una personalidad única a edificios, jambas, ventanas o viejos portalones.
¿Quién labraría esta escena épica de leyenda? ¿Pensó en sant Jordi o quizás tan sólo en un cuento de paladines valerosos y princesas cautivas? ¿Quién encargaría esta labor de labrado en metal, tal vez un rico hombre o tal vez el propio artesano, porque esta sería su casa? ¿Qué quedará hoy en día del antiguo esplendor tras esa puerta cerrada en el centro histórico de la bellísima ciudad del Palmeral y el Misteri?

miércoles, 23 de enero de 2008

Gatos en Cádiz

La media naranja dorada de la cúpula de la catedral aparece como un sol edificado sobre el blanco de cal resplandeciente de los edificios la ciudad. En la escollera del paseo, a salvo de paseantes y de canes, los gatos contemplan perezosamente ese medio sol que es la cúpula y lo confunden con el que aún, a esa hora dulce de la tarde, les está calentando el lomo con su caricia suave. Ignoran que el verdadero sol, el astro madrugador, se está escondiendo ya, vistiéndose de casi invisibles tules du bubes de color plata y violeta.
El océano ronronea en un ritmo calmado y añade su nota sonora a la placentera pereza de esos gatos, bohemios y filósofos, que han atrapado el secreto del dolce far niente.

Se está bien en Cádiz, en las tardes en que no sopla la galerna ni el océano brama, sino que la brisa pasa sus delicados dedos por nuestra piel y la música de las olas interpreta una rítmica armonía que nos pone en paz con la vida.

Se está bien en Cádiz, se está muy bien. Como esos gatos, llenos de la sabiduría del carpe diem, que aprovechan cada migaja de felicidad que proporciona la existencia.

Gatos filósofos de Cádiz, gatos enigmáticos en su mirada que otea el enigma de la ciudad antigua y la saben gozar en toda su belleza de raigambre fenicia.

Cádiz, la de las torres que avizoran la llegada de los barcos, Cádiz, la Tacita de Plata, hermosa y placentera.

¡Se está bien en Cádiz, en tardes como esta!

lunes, 21 de enero de 2008

Columela


¿Qué le dirá la paloma a Columela en la Plaza de las Flores de Cádiz? La paloma está en su reino, el nombre del establecimiento que aparece al fondo lo constata. Y Cádiz agradece al ilustre estudioso de la agricultura su aportación inmensa en este campo.
Me encanta esta plaza de la ciudad vieja gaditana, la tacita de plata de Andalucía, porque es plaza recoleta y a la vez viva y llena de la alegría multicolor de las flores que se venden en ella. Como la Plaza de las Flores de Murcia respira un entrañable aroma imperecedero de ciudad acogedora y amable, es un espacio donde la vida se remansa y parece que no hay que tener prisa y es lícito disfrutar de la belleza de las flores que en apretados ramos, esperan con los tallos a remojo en cubos con agua limpia al comprador que quiera obsequiar con ellas a un ser querido o , sabiamente, sepa que también puede comprarlas para él, porque la belleza de la flor- de todas las flores- es medicina, desde siempre lo ha sido, para el cuerpo y para el alma.
Y Columela allí, sobre su pedestal, rodeado de flores en la plaza. No concibo mejor sitio para otear el ir y venir de las gentes en la ciudad amada. Y luego, la paloma, su paloma, la que le trae mensajes y le habla: Columela, mira hoy cuántas flores, amigo, qué hermosa está la plaza.

sábado, 19 de enero de 2008

Somos un río de seres


Somos , a pesar nuestro , río de seres humanos
¿De dónde hemos venido?
Y luego ¿a dónde vamos?
Las eternas preguntas con que todos lidiamos.
De vez en cuando, uno
destaca en ese hato
de seres inconcretos que caminan al paso.
Y esa es la oveja negra, la que se ha desmandado.
Pero el río nos lleva, y el que se ha rebelado navega con los otros
y grita :¿A dónde vamos?
Y su grito se pierde en el vacío angustiado
de la misma pregunta.
¿Pero hacia dónde vamos?