miércoles, 30 de septiembre de 2009

Coplillas ilustradas con dibujos

Estos tres monitas sabias ( a ver por qué siempre han de ser monos) las dibujé yo un día que estaba de pésimo humor.
Hoy me sirven para ilustrar una coplilla.


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Tres monos yo he dibujado,
que ayudan a recordar
que algunas veces conviene
no ver, no oír y no hablar.





Ayer le dije a Cabopá que pondría hoy una caja de puros habanos pintada por mí. Tengo muchas cajas de madera o metal pintadas, decoradas por mí. Es algo que me encanta, disfruto mucho con esa labor artesanal y así son mías, únicas y originales. Me resulta cálido y amable todo cuanto está hecho a mano.


Como no sé con qué copla acompañar esta imagen, pondré alguna picarona, sin pasarme, claro, que hay mozos en la costa.
(aclaración) mozos= alumnos.



No me guiñes más el ojo,
que yo no pienso picar,
que aunque me hagas carantoñas,
no me dejo conquistar.

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Cinco platos llevas rotos.
Hoy tienes manos de breva,
peri si agarras dinero,
no lo sueltas, te lo llevas.
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No bosteces más así,
que me contagias el sueño,
yo tengo que trabajar,
y me quedo como un leño.

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¡Ay! Que sospecho y me temo
que te ríes tú de mí,
pero el que tanto se ríe
tiene el coco de serrín.

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Si lo sé no me embarco,
que vienen olas,
y me veo bailando,
la barcarola.
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Por cierto, con la que ha caído en la costa, tengo toda la casa de Mazarrón llena de barro, con todo estropeado ¡Ole!

martes, 29 de septiembre de 2009

El oficio de escritora. Pensamientos y noticias.

El oficio de escritora es el mismo que el de creadora de ensueños o conductora de una máquina del tiempo en la cual se puede viajar a épocas lejanas, en el pasado o en el futuro.
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Ser escritora es comunicarse a través de unas páginas escritas con todos aquellos que las lean.
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Ser escritora es usar la palabra como el mago usa el sortilegio, como el hada usa su varita mágica.
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De la mente del escritor surgen las historias como el Genio surge del interior de la Lámpara mágica, para ofrecer a quien la encuentra un maravilloso mundo diferente por completo a la realidad que le ha tocado vivir.
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Una obra literaria es la alfombra mágica en que la imaginación y la fantasía se elevan sobre las nubes.

AMO EL OFICIO DE ESCRITORA

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Y ahora, una noticia aparecida en la Prensa hoy.
Y una Librería que recomienda una obra mía.






domingo, 27 de septiembre de 2009

Un fragmento de "El Emboscado" (un travestido de la Edad Media)

Hoy, que sigo con mi tendinitis o lo que sea este martirio que padezco, os presento un fragmento de la novela que algunos amigos me ayudan a promiocionar en este foro:
Gracias a cabopá, a José Luis, gracias a Arantza, mi primera compradora, a Antonio Verdú... a Luis G. y a todos los que me animan en estadifícil vida de novelista casi desconocida...para quien no busque mi nombre en internet, claro, que llevo seis novelas, seis...jajaja


Tened en cuenta que extraigo el texto del manuscrito, no del libro, así es que ni la letra ni la maquetación corresponden con las de la edición, que es francamente cuidada.

18 - EL CINTURÓN DE CASTIDAD

Es la voz del juglar tan bella que deleita los oídos de todos cuantos celebran la llegada del amable otoño mediterráneo, lleno de frutos, entre ellos, el fruto más precioso: el de la paz. Es la tregua del frío. Yusuf ben Yasín no atacará durante tres meses o quizás un poco más. Es un acuerdo tácito –único resquicio de cordura y benevolencia- entre moros y cristianos. Las hostilidades cesan en la estación más cruda del año y es posible hacerse la ilusión de armoniosa normalidad.

Senhora, piedad por Dios,
aved algún duelo de mí
míos ojos son como ríos
desde el día que os vi.

Las doncellas suspiran. Tienen los ojos puestos en el bardo caminero que hace soñar con su aterciopelada voz que ellas son las poderosas dueñas de la voluntad de sus amadores.
Desde que Ramón Berenguer casó con Dulce de Provenza, la moda del amor cortés hace que las mujeres vivan ese espejismo de señorío sobre el hombre, cuando, en realidad, su situación es bien distinta. Siempre soportando la espera, la aspereza del guerrero y hasta la violencia.
Hoy, por ejemplo, hay una sombra de odio en el ambiente. Entre las damas se nota la ausencia de la bella Violante.
Los reproches callados se dirigen a su viudo, Carlat de Millau que con el ceño adusto se mantiene apartado en un rincón del gran patio.
-Él la ha matado –dice entre dientes doña Leoneta, su mejor amiga.
-El cruel, el despiadado… -asiente doña Blanca.
-Don Ubaldo me lo contó –reitera doña Leoneta.
-¡Hablad! –ruegan algunas damas rodeándola.
-Para mí no es un secreto tampoco –señala doña Irene-, a mí me lo confesó ella misma antes de morir.
-¿Pero, el qué? –interrogan las que no saben nada.
-¿De veras no lo sabéis? – pregunta doña Irene-. Yo os contaré la cruel historia del fin de una honesta dama cuyo único pecado consistió en su extraordinaria donosura ¿Acaso no eran notables su talle y la blancura de su tez? No había dama más honesta y honrada. Pero Carlat, su esposo, dio en la pasión de los celos y la sospecha.
La voz doliente de la amiga va desgranando la cruel historia.


Carlat ha de partir siguiendo las montañas y luego el curso del río Bohilgues, que forma un profundo valle, para intentar con las huestes cristianas la reconquista de Ademuz. La campaña se presenta difícil porque el enclave resiste las acometidas cristianas y no hay demasiadas esperanzas de expulsar a los infieles esta vez tampoco Forman la expedición un puñado de caballeros valencianos, aragoneses y navarros que aunan sus fuerzas en el empeño. Pero se prevé un asedio dilatado.
Carlat ha dado en creer que un caballero, que no los acompañará por estar herido de consideración y quedará por ese motivo en el castillo, mira con ojos de deseo a doña Violante y ha creído sorprender en ella ciertos asomos de rubor complacido que lo han puesto a él al borde de la locura.
El caballero llámase Mainardo de Sant Audifaz y tiene en un hombro una profunda herida causada por una vira que le arrojaron desde un torreón en la última jornada de lucha.
¿Qué hacer? –se pregunta Carlat- ¿Cómo partir a la guerra dejando la paloma al alcance de las garras del azor?
Entonces piensa y cruza por su mente una idea infernal: pondrá a su joven esposa un cinturón de castidad y se llevará la llave.
Llora la infeliz Violante pero de nada le sirve. El cruel artilugio se ciñe a sus caderas y se atornilla a su cintura, aherrojando su entrepierna con su presión dolorosa y su roce lacerante.
Carlat parte a la lucha con la convicción de que su tesoro está a salvo, pues sólo él tiene la llave de entrada a él y solamente si él muere otra llave –que se encuentra a buen recaudo, escondida bajo una piedra de su cámara- será utilizada para liberar a la viuda de su tormento, una vez se rompan los fuertes sellos de lacre del testamento de su dueño y señor. Mejor será, sin embargo, que él vuelva sano y salvo para liberarla personalmente.
Pero ningún plan se cumple. A los pocos días de partir el guerrero, la dama enferma de gravedad. Ha sobrevenido la infección. Las heridas y abrasiones causadas por los hierros que la han atormentado día y noche, se han contaminado con la orina y las heces, sin contar con la sangre del mes, que ha venido a aumentar su martirio.
La fiebre la consume. Sobre su lecho yace la infeliz con las piernas separadas y las ingles supurantes, que dos compasivas dueñas ancianas intentan limpiar como pueden. Pero todo es inútil. Violante parece una mártir que sufre el suplicio del hierro hasta la muerte. Y la muerte llega, en medio del delirio de la fiebre y las convulsiones violentas que provoca en la víctima de su fuego.
Se lamentan las damas y plañen su dolor como si cantaran endechas luctuosas. En sus plañideras palabras hay un deje de temor ante a perspectiva de correr la misma aciaga suerte que la hermosa Violante y un asomo del rencor que la esclava guarda hacia el tirano que la esclaviza.

La bella malmaridada
no quiere vivir ansí.
No ha querido tal fortuna,
ni tal tormento sufrir.

La vocecita feble de doña Urraquita, la más tierna entre las doncellas, ofrece su canción a la dulce ausente.







viernes, 25 de septiembre de 2009

SIguiendo con mi autobiografía en coplas.

Me habían dado un caramelo
los Reyes Magos de Oriente,
por eso tengo esa cara,
tan alegre y sonriente.


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Querid@s amig@s, estoy "baldá", vamos, que ni ultrasonisdos ni antiinflamatorios ni ná de ná,
hecha un excremento- finamente dicho- así es que no puedo explayarme como a mí me gustaría.

Visitad mi página Web y así es como si leyérais cosas mías porque cuento de todo y hay un relato para descargar.
Además, veréis cosas sobre mis novelas. Menos sobre la última, que no está metida ahí...

A ver si algun@ se anima a aprovechar mis ofertas de libros y me doy a conocer por los cuatro puntos cardinales de la Península Ibérica.

¡¡¡Hacedme propaganda como novelista!!!


jueves, 24 de septiembre de 2009

Con la sonrisa ya puesta. Coplillas autobiográficas...

Esta soy yo, de renacuajo playero...en una de las primeras fotos que se me hicieron en mi vida.
Nací con la sonrisa puesta...y así sigo.


Con la sonrisa ya puesta,
amigos yo había nacido.
Quise ponerme más seria,
pero no lo he conseguido.

(variante)
Con la sonrisa en los labios
desde mi infancia he vivido.
Quise volverme más seria,
pero, amigos, no he podido.


COPLA PSEUDOFILOSÓFICA de reniego y queja:
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Yo soy yo y mi circunstancia,
Ortega y Gasset lo dice.
Pues tengo una circunstancia
que me toca las narices.

Variante murciana
Antes de nada, debo aclarar que no sé por qué , la verdad, a Murcia la llaman la tierra del pijo, yo no he oído nunca que allí se abuse de esa expresión, pero Juan Marsé, en su novela "Últimas tardes con Teresa", creó el personaje del "Pijoaparte", que con "su encantadora sonrisa de murciano" se llevaba de calle a todas las chicas bien de Barcelona.
Es un personaje tan carísmático que su apodo, que se supone el summum de la murcianía , nada menos que PIJOAPARTE, ha dado origen a adjetivos como "pijoapartesco". Dicho esto, ahí va la copla:

"Yo soy yo y mi circunstancia",
Ortega y Gasset lo dijo.
Pues tengo una circunstancia
que pá estar contenta ¡pijo!

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Ahora, sigo con mi vida en verso:

Si no os hago ya visitas,
amigos míos, mil perdones.
Como es principio de curso,
estoy de Programaciones.

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Y,para acabar, una copla AUTOBIOGRÁFICA-SANITARIA de mi actual dolencia.

Como me come el estrés,
estoy hecha la puñeta.
"Esta contractura es grave"-
dice el fisioterapeuta.

Tengo el cuello agarrotao,
el dolor me vuelve loca
y. claro, con el ratón,
el hombro se me disloca.

Para mí el ordenador
es un potro de tortura.
¡Releñe, qué antigua soy!
Me gusta más la escritura.


miércoles, 23 de septiembre de 2009

Coplero satírico.

Ya estoy aquí otra vez para perpetrar mis crímenes poéticos, sacrificando el verso en honor del ripio jajaja...
¡Que ustedes lo pasen bien...con mis coplillas!

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En una isla me escondía
por no tener que aguantarte.
La verdad es que día a día
te vuelves más botarate.
++++++++++
Te pongas como te pongas,
me da igual lo que me dices.
Y si te parece mal,
pues te tocas las narices.
************

Perdona que te lo diga,
pero es que eres un borrico,
y si te soportan todos
es porque eres un tío rico.
***************
¡Móntate en tu escoba, bruja,
y vete a tu madriguera!
que estoy de aguantar hechizos
como una auténtica fiera,
***********
Por tener educación,
es por lo que una se calla,
porque lo que es la verdad
es que eres un canalla.

**************
Tienes la cara dura
como la piedra,
pero yo soy valiente
y tú no me arredras.

**********
Un vocablo yo he buscado
que muy bien te definiera
y el que es el más ajustado,
yo lo siento, es el de FIERA.
************
Copla en murciano:
Si pego un esclavejío
te enteras qué vale un peine,
te voy a dar de guantás
desde el pelo hasta el empeine.

***********
Las cagarrutas de cabra
son como olivicas negras,
que no sé qué es lo que pasa,
que las miras y te alegras.
**********

Las cabras comen la hierba
y los caballos forraje,
dime lo que comes tú
pá tener ese coraje.

Creo que con diez basta por hoy.
Ahora, permitidme que os dé las buenas noches:

Que pases muy buena noche,
que duermas tranquilamente,
que se relaje tu cuerpo
y se renueve tu mente.



martes, 22 de septiembre de 2009

¡SOCORRO! Me han desaparecido los seguidores...

Tengo un disgusto... ¡Que me han desaparecido los seguidores! Vamos, que no los veo en el blog, con lo que me gustaba ver los cuadricos esos, cada uno con su imagen...
Si alguien sabe cómo los puedo recuperar, que me lo indique, por favor.
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Y como parece que os gusta un poco mi faceta gamberra...pues sigo con ella.
¡Agua va!
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Sátiras que yo te escribo
no las quieres ni leer,
a ver si es que así te evitas
tus defectos conocer.
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Vaya usted a la mierda, mozo,
vaya usted, que yo lo envío.
A otros mejores que usted
los he mandado, y han ido.
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Fuiste a la peluquería
a que te hicieran un moño,
te pusieron unos pelos
que parecías un demonio.
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Si tú crees en los fantasmas,
es porque eres uno de ellos.
Si no fuera por vagancia
te dejaba sin resuello.
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El otro día, por descuido,
saqué un plato de bombones.
No me dejaste ni uno,
tío glotón de los...glotones.
**************
Ten cuidado con el sol,
no sea que te caliente,
y como eres un petardo,
explotes muy malamente.
**************
Yo para hacerte cosquillas
uso plumas de gallina,
y eso es porque sospecho
que tienes la piel muy fina.
**********************+++
COPLA ERUDITA Y CURIOSA:
Fonología es la parte de la Filología que estudia las diferencias de sonido asociadas a diferencias de significado.
Y ahora...la coplilla:
caño, ceño, coño, cuño,
ciño: esto es la Fonología;
cambias sólo una letrita
y organizas una orgía
de palabrotas curiosa,
que así es la Filología.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Va de coplillas. A reír, que es sano.


Hoy va de coplillas, elijan la que más les guste, señoras y señores, amables contertulios.
No disimules ni quieras
parecer indiferente,
que llevas que tú me quieres
escrito en toda la frente.
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Cuando pasas a mi lado
sin quererme ni mirar,
te esfuerzas inútilmente,
que te mueres de pesar.
+++++++++++
Si no me quieres mirar
cuando pasas a mi lado,
ya te puedes esforzar
que no puedes, resalado.
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Si no me quieres mirar,
yo no te miro tampoco,
pero yo parezco boba
y tú pareces un loco.
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Vas andando, y de reojo,
miras qué efecto me haces.
Pues ¿qué quieres que te diga?
desaborío y malángel.
............
Te pusiste a renegar
porque te hice una coplilla,
si te digo más que pienso,
me asesinas si me pillas.
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SUPERGAMBERRAS
Me estoy cayendo de sueño
por eso voy a dormir.
A ver si sueño contigo,
y me harto de reír.
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Advertencia para espíritus delicados. Esta copla puede herir la sensibilidad, juzguen si se atreven jajaja Y no se me pongan a tiro, que le hago una coplilla al que se meta conmigo. Y no digan que no aviso.
Eres un pedazo borde,
dices que parezco un sapo,
a ver si me reconcentro
y t´escalabro de un lapo.
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¡Perdón, perdón, perdón!
Es que se me ocurren estos disparates y me harto de reir mientras los escribo, pero soy una persona muy seria jajaja, de verdad.

domingo, 20 de septiembre de 2009

De Sociedades Gastronómicas, Lanzamientos de hueso de oliva chafá de Cieza...y amigas que valen por tres


Esta entrada está dedicada a todos mis visitantes, pero en especial a dos de ellas, con las que he hablado por teléfono muy recientemente:
Arantaza, cabopá, va por vosotras.



Algunas veces, cuando estamos encerrados en la oscuridad, inesperadamente se abre una ventana y entra en nuestra vida la luz del sol.
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Algunas veces suena el teléfono y se recibe la llamada de una amiga. Se conversa de todo y de nada, lo importante es ir caldeando el corazón al calor de esa voz llena de afecto.
Se comentan cosas como el lanzamiento de huesos de oliva de Cieza, y la conversación se convierte en una especie de reunión de una Sociedad Gastronónica, porque los sentimientos también se paladean, se saborean...y alimentan, porque el afecto alimenta, sí el afecto alimenta el alma, el afecto tiene muchas vitaminas.
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Otras veces la amiga que llama está frente al mar y bajo un cielo azul murciano, que es de sol celeste y ardiente.
La amiga tieve un vestido de tonos rosados y está acodada en una barandilla, contemplando el horizonte.
No sabemos en qué piensa, pero sabemos que su figura se refleja en la luminosidad y en ese momento la vemos por triplicado. Se trata de un fenómeno óptico misterioso pero de especial significado: Ella, como amiga, vale por tres.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Una novela mía, ambientada en Galicia y Orihuela

Aquí os ofrezco datos de otra obra mía. Para que me conozcais mejor.
Esta novela se presentó el año pasado.
Está ambientada en Galicia y también en Orihuela. Cosa curiosa.
De hecho, la terminé en el mismísimo Santiago de Compostela, y después de visitar O cebreiro y A Costa da Morte, sant Martín de Teixido y otros lugares que aparecen.
En cuanto a Orihuela, Torrevieja y Alicante ¿qué os voy a decir? Vivo en esta zona.

Esta novela se desarrolla entre los años setenta y la actualidad, en Santiago de Compostela, un pazo de Lugo y en Torrevieja (Alicante).

PRECIO: 10 euros+gastos de envío


Sinopsis contraportada

Álvaro Ferreiro, marino mercante de vacaciones, conoce en Santiago de Compostela a Amelia, joven alicantina de Torrevieja que celebra en Galicia su fin de Carrera. Surge entre ellos un amor a primera vista que acabará en boda, en la iglesia de Santiago Apóstol de Orihuela. Durante la luna de miel en el pazo familiar de Álvaro, en Lugo, una viejísima sirvienta, Benitiña la Meiga, lleva a cabo unas profecías sobre ellos, en su lengua gallega, nada favorables. Álvaro se niega a traducirlas a Amelia que, sin embargo, intuye que son en extremo adversas.
Pasan los años y las amargas profecías se cumplen. Cada uno de los personajes de la historia encara de una forma diferente el nuevo panorama que surge, según le afecte en su provecho o en su daño.
Pero el Destino se encargará de poner las cosas en su sitio.




Álvaro y Amelia son jóvenes, se conocen en unas alegres vacaciones en Santiago de Compostela y se enamoran, como tantas otras parejas. Pero la vida se encarga de truncar su bella historia de amor, aparentemente consolidado por los años y los hijos en común, repartiéndoles en su juego unas cartas nefastas, con lo cual hace que se cumplan los malos augurios que vertió sobre ellos la vieja Meiga durante los lejanos días de su luna de miel.
Personajes variados, desde lo dramático a lo risible, transitan por esta historia que interpela al lector y le pregunta por las profundidades de su pensamiento y sobre el goce y el dolor que dejan su marca en la piel del alma de cada uno.



¿Cuántas heridas puede soportar un alma humana? ¿Es posible que la delicada piel espiritual que la recubre cicatrice y sane tras recibir los zarpazos de la fiera, que es la vida algunas veces? ¿Poseemos la heroicidad del perdón cuando hemos sido atacados y sangramos profusamente? ¿En qué grado podría ser justificable la traición en algunos casos? ¿Qué hace falta para escapar del laberinto de la desdicha?
El Destino reparte a cada cual las cartas de su baraja, depende de cómo las juegue cada uno para que al final gane o pierda la partida definitiva. Lo que es seguro es que nadie puede escapar sin poner en juego las bazas que le han sido asignadas al comenzar.


No quiero aburriros con fotos de presentaciones, pero alguna pondré...
Aquí estoy en la Feria del Libro de Alicante, en la Explanada, con otra escritora. Ambas estamos en nuestro turno de firmar ejemplares. Aquí en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, de Alicante. Dando una conferencia terminada en coloquio, turno de preguntas y firma de ejemplares.


En Murcia, Museo ramón Gaya, con mi presentador, el escritor y Académico de la Real Academia Alfonso X el Sabio, Santiago Delgado



Un aspecto de una de las dos salas que convergen perpendicularmente con respecto a la mesa, se ven paraguas, aquel día cayó una tromba de agua que no me explico cómo acudió la gente, con decir que estuve a punto de no ir ni yo...jajaja





Es la única de mis novelas que ha sido publicada con mis ilustraciones. Os ofrezco una pequeña muestra de ellas.
Aquí un dibujo mío de la iglesia de Santiago de Orihuela, en donde celebraron cortes los Reyes Católicos antes de salir para conquistar Granada. El escudo de la portada tiene por eso la granada aún cerrada.

Y ahora un fragmento de la novela

Se casaron en la iglesia de Santiago de la ciudad en la que ella había realizado sus estudios, una vieja ciudad sembrada de campanas, en recuerdo de Compostela, en donde se conocieron.
El santo, con su sombrero, su bordón con su calabaza y sus sandalias de peregrino, contempló desde el parteluz de la puerta principal la entrada de los novios y la salida de los esposos, llenos de felicidad y pletóricos de vida. La figura esculpida en piedra del apóstol recibía el sol de la tarde, que le daba un color de oro viejo y cálido.



Luna de miel en Galicia, Álvaro es gallego y van al pazo de su familia allí. Benitiña la Meiga hace una profecía con respecto a Amelia.



Álvaro la había prevenido de las visitas de Benitiña y de las características de la extraña mujer, pero la realidad superaba con creces la idea que Amelia se había hecho de la supuesta Meiga y no pudo evitar una especie de encogimiento del estómago acompañado de un aceleramiento de los latidos del corazón cuando Benitiña, sacando la mano derecha del bolsillo del delantal, la señaló con el índice, torcido por la artrosis y nudoso como rama seca de arbusto, pronunciando su oráculo, aunque nadie se lo hubiera solicitado:
-. Pobriña, tan xoven e fermosa, recien casadiña é xa se achega a éla a sombra, la nube de bagoas, espesa,chea de dór. Eu véxote no futuro chorando rios de bagoas, porque os teus pesares van ser moitos é non te deixarán respirar nin un poquiño de felicidad
(Pobrecita, tan joven y linda, recién casadita y ya se acerca a ella la sombra de la nube de lágrimas, espesa, llena de pesares. Te veo en el futuro y veo que llorarás ríos de lágrimas porque tus penas serán muchas y no te dejarán respirar ni un poquiño de felicidad).
Guardó silencio y, aunque Amelia no pudo comprender bien sus palabras, sí pudo captar el aire de triste conmiseración con que fueron pronunciadas. Al poco volvió a dirigirse a Amelia con tono lúgubre:
-Sofrirás. Coñecerás o dór de ser traicionada por quén ti mais queres. He darás a túa vida e il te deixará.
(Sufrirás. Conocerás el dolor de ser traicionada por quien tú más quieres. Tú le entregarás tu vida y él te dejará).
-¿Qué ha dicho, Álvaro? –preguntó con un poco de aprensión.
-Nada, nada, tonterías, cosas de vieja campesina –contestó con falsa animación.
-Alvariño –volvió a hablar la Meiga- o amor que sintes pola tua muller non va durar moito, ti vas a deixala porque non vas sacrificarte por ela, e a coitadiña vai sofrir moito.
( Alvariño, el amor que sientes por tu mujer no durará mucho, tú la dejarás porque no te sacrificarás por ella y la pobrecilla sufrirá mucho).
-Benitiña, non. Equivócaste. Eu a quero moito e non a deixaré nunca. Sin ela non podria vivir.
(Benitiña, no. Te equivocas. Yo la quiero mucho y no la dejaré nunca. Sin ella no podría vivir).
-Rapaz , non me equivoco, non podo equivocarme contigo, eu té vi nacer, e crecer, e coñezo a tua ánima. Non me equivoco, non. Ela chorará, chorará moito.
(Muchacho, no me equivoco, no puedo equivocarme contigo, yo te vi nacer y crecer, y conozco tu espíritu, No me equivoco,no. Ella llorará, llorará mucho).
-Pero, Benitiña, ti non sabes canto quero eu a miña muller. Non le metas medo cos teus agoreiros .
(Pero, Benitiña, tú no sabes cuánto quiero yo a mi mujer, No le metas miedo con tus maloa agüeros).
-Alvariño, ti iraste da sua veira, primero co a tua alma é logo co corpo que vai querer voar deica outro cubixo.Pobriña, cuitadiña.
(Alvariño, tú te irás de su lado, primero con el alma y luego con tu cuerpo que querrá volar hasta otro nido. Pobrecita, infeliz),
Amelia percibía la tensión de las palabras entre Álvaro y la anciana. Una sensación desagradable la iba invadiendo, amenazando con amargarle la mañana entera. Su marido lo notó y acabó con la escena, poniéndose en pie quizás con excesiva brusquedad.





En el pazo hay un bonito cruceiro, que hizo erigir el abuelo de Álvaro para la avoa Rosalía, su esposa.

Y otro fragmento o aperitivo:

Otro elemento que le encantó fue el hórreo de madera, levantado sobre pilares de piedra, ostentando, humilde y orgulloso a la vez, la cruz de corte celta en uno de los extremos del tejado a dos aguas. Las mansas vacas rumiaban acogidas a su amparo como si buscaran la protección de un gran tótem materno.
Era verano. El tórrido calor del sur peninsular se había trocado, en virtud de los aires gallegos, en un frescor húmedo que invitaba a Amelia a abrigarse con un confortador chal de suave tejido.
Cuando llegaron a los pies del cruceiro de los bisabuelos, la emoción y el entusiasmo de Amelia se desbordaron.
La columna sobre la que se levantaba la cruz de estilo románico con su Cristo clavado, estaba coloreada con mil tonos por los líquenes que se habían adherido a su superficie, invadiéndola y pintándola de rojo, blanco, amarillo y verde, confiriéndole un aspecto añejo, medieval incluso, que comulgaba con la atmósfera neblinosa, cargada de sugerencias espirituales que lo rodeaba todo.
En la plataforma sobre la que descansaba la basa de la columna se apiñaban las ingenuas ofrendas terrestres y marineras que de niños habían ido depositando allí Álvaro y sus hermanos. Algunas piedras de formas curiosas – de corazón, de perfecta esfera, de aspecto humanoide, como idolillos pétreos- algunas caracolas de tamaños diferentes, un número nada despreciable de conchas de vieira, una rama tan endurecida que semejaba un fósil…



La abuela había hecho subir la cama matriminial sobre ladrillos para poder dar a luz a sus hijos mirando a su cruceiro querido.



Sentada en el elevado colchón, Amelia dejó caer al suelo las chinelas que calzaba. Le divertía ver cómo le faltaba un palmo para tocar el suelo. Para encaramarse en la cama –esa era la palabra, encaramarse, incluso escalar, dada su altura- debía tomar impulso apoyándose en las manos de espaldas al borden del colchón.
-Si quieres saco de debajo de la cama el escabel que la bisabuela usaba para subir al colchón –rió Álvaro.
-Pensando en “eso” –dijo él fijando los ojos en la inexistente curvatura del vientre de Amelia-, sería conveniente que te fueras haciendo a la idea de dar a luz en esta cama, mirando al cruceiro por la ventana. Como hacía la bisabuela Rosalía.
-De eso nada, cariño. Si quieres le haces una foto al cruceiro y me la pones en la pared de la sala de partos, pero yo pienso parir en un sanatorio con un ginecólogo atendiéndome y una enfermera, y todo lo que haga falta.
-Pero… -continuó la comedia Álvaro- ¡así se perderá la tradición familiar!
-Pues nada, nada. En la próxima vida, naces mujer y te pones a parir tú como una coneja encaramada a esta montaña con patas y sin quitar los ojos de la ventana ni siquiera para mirar a los hijos de tus entrañas.



En Orihuela hay un paso de Semana Santa que se llama "La Diablesa", es de Bussi, no entra en recintos sagrados por llevar al diablo. Aquí tenemos al diablo de la lujuria, Belial, adoptando la forma de la diablesa Masabaques, para tentar y seducir a los hombres.






A Costa da Morte, al fondo las luces de la Santa Compaña.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Otro paseo por Orihuela y pensamientos filosóficos al hilo de las imágenes

Esta rotonda tiene una barraca huertana con su crucero y todo. La pobre barraca tiene unos cuantos naranjos y palmeras, y coches y más coches que la circundan constantemente.




Aunque alrededor de tu mente den vueltas y vueltas los pensamientos autodestructivos, recuerda que tienen prohibido entrar en ella. Así como los coches tienen prohibido entrar en esta rotonda.



Calle del Ángel, al fondo la torre de Santas Justa y Rufina, Monumento Nacional. Tiene unas gárgolas impresionantes. En primer término el palacio Sorzano de Tejada.
Justo a los pies de Santa Justa está el Museo de la muralla árabe de la ciudad.


Por una calle estrecha se puede llegar a una maravillosa meta.



Camina tranquilamente, pero ten la previsión de cimentar fuertemente tus propósitos. Y tendrás una muralla que impida la entrada al desánimo.




Inicio de la subida al Seminario de San Miguel, se llega echando el bofe, pero desde allí se ve hasta la torre de la catedral de Murcia, tan cerca estamos, aunque Orihuela sea de Alicante.
Desde mi casa se ve toda la impresionante cuesta de subida y el seminario entero. Por la noche hay un montón de ventanas encendidas. Son los seminaristas estudiando.




Ascender por una cuesta empinada es trabajoso, pero no es necesario hacer el recorrido a la carrera. Vale más la constancia que el apresuramiento. Sube, aunque sea a paso de caracol ¡Sube! Una vez arriba, verás que te has superado a ti mismo y que todo el paisaje adquiere otra perspectiva. y tus problemas parecen más pequeños, vistos desde la altura de la superación personal.






La catedral, una de las puertas, la de las cadenas. La torre fue minarete árabe.

Que ninguna cadena te impida la entrada a tui mundo interior.
Rompe la cadena cuyos eslabones son la preocupación, el prejuicio, e la inquina, la indolencia, la envidia...

Nadie mejor que tú sabe de qué metales están forjados los eslabones de la cadena que quiere apresarte.

Un callejón tiene a la izquierda el claustro de la catedra, al fondo puerta lateral de la Biblioteca Pública, también instalada en un palacio.




Los libros son, sin duda, la llave que bre la puerta de un mundo fabulosos.



Los libros son la alfombra mágica en la que vuela la imaginación.



Los libros son la lámpara mágica de la cual sale la genialidad y el prodigio.







Una rotonda cercana a mi casa, la palmera es un enorme ejemplar de siete brazos.

Abre tus brazos a quienes buscan en ellos refugio. Muéstrate dispuesto a la acogida. Para unos sé abanico de palmas, para otros sombra refrescante, abre tu corazón y no te guardes sólo para ti.




Claustro de la Catedral.
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Aprende a estar a solas contigo. Es necesario. Si no sabes escucharte a ti mismo, no pretendas hacer creer que sabes escuchar a los demás.



miércoles, 16 de septiembre de 2009

La amabilidad

La palabra amable es como una caricia de quien la dice para el alma del que la recibe.

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Una pequeña alegría puede acabar con la negrura de un día entero.

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Más vale ser un poco amable todos los días que muy amable un solo día a la semana.

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Y ahora...una coplilla:

Que detrás del abanico

que en la mano tengo abierto,

te tengo guardado un beso.

Ven y verás como es cierto.





martes, 15 de septiembre de 2009

PARA OJEAR EL EMBOSCADO





Estos son los puntos de lectura o señaladores de página de mi novela
¿Os gustan?
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Supongo que todos saben que OJEAR y HOJEAR suenan igual pero no quieren decir lo mismo.
Cada verbo se refiere a una acción diferente:

OJEAR es pasar los ojos por las hojas de un libro o similar. Recorrer con los ojos lo escrito, sin demasiado detenimiento.


HOJEAR es pasar las hojas de ese libro, para lo cual se utiliza la mano, no los ojos.

¿Queréis ojear mi novela "EL EMBOSCADO"?

Basta con hacer click sobre la portada que hay a la derecha del blog. Es comodísimo.

Otra opción es buscar en el Google ECU

En esa página: NOVEDADES

Y ojear el libro

La Editorial ECU (CLUB UNIVERSITARIO) ofrece un aperitivo de 44 páginas.

¡NO OS LO PERDÁIS!

Y OPINAR.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Una muestra de "El Emboscado"


Hoy quiero mostraros la contraportada de la novela "EL EMBOSCADO" y ofreceros unos fragmentos de dos de sus capítulos.

He quitado muchos párrafos, tan sólo es una especie de aperitivo. Sería demasiado extenso si no.

Espero que os agrade, si tenéis ganas de leerlos.
Naturalmente lo he extraído de los archivos, sin maquetar, por eso he podido quitar cosas.






21 - DUBÁN

Gran alteración hay hoy en la abadía. Los monjes andan escandalizados. El novicio Dubán ha huido uniéndose a un grupo de saltimbanquis ajuglarados que acamparon ayer junto a la tapia norte del recinto para aprovechar la sombra del muro, pues ya el estío azota con su flagelo ardiente y el frescor es preciado bien.
Llamaron al portón pidiendo, por caridad, un par de jarras de agua fresca para aplacar la sed del camino. No osaron pedir hospitalidad, que Cluny es orden austera y de severa regla y ellos son gentes alegres que caminan saltándose, demasiadas veces, la ley de Dios, como saltarían los troncos caídos en medio de una senda. Así pues, son glotones, ladrones cuando la ocasión se presenta y, desde luego, fornicadores, ya que el grupo está integrado por juglares y juglaresas, por llamarlas de algún modo digno, pues son en realidad soldaderas, mozas de partido o rameras, como se quiera decir.
(....)
Fuera, Dubán descubre que se siente como liberado. Entre la gente de la juglaría no es una falta reír, antes bien, es algo que se considera muy natural, muy sano y hartamente deseable.
Los juglares cantan y comparten las viandas y el vino. Y se lo dan a probar a él. Es ardiente y dulce en el paladar y caldea el estómago con un calorcillo alegre que va subiendo por el pecho hasta llegar a la garganta y llenarla de risas.
Las juglaresas ríen con alborozo al ver su contento y le acarician con ternura el rostro y la cabeza, peinando su cortísimo cabello con los dedos.
Dubán siente la dulzura de las manos femeninas y la percibe como la suavidad maternal de esa madre que no conoció nunca y con la que, en secreto, siempre soñó, como sueña, en realidad, cualquier infante.
Dubán es un niño, sólo un niño. Y no ha conocido más que los severos rostros de los monjes de Cluny y las reprimendas de Remigi. Ni siquiera la bondad del abad Bonafides puede compararse a la que él cree percibir en esos bellos rostros recién descubiertos.
Jamás pensó que existieran en el mundo criaturas tan hermosas y tan dulces. Sus voces cantarinas y agudas son muy diferentes a las graves voces de los monjes. Sus vestidos… son de sorprendentes colores. Hasta ahora el pequeño Dubán pensaba que todas las personas vestían de negro o con los tonos parduscos que visten los escasos campesinos que se acercan a esos parajes perdidos en las montañas de la comarca del Gironés.
Dicen los juglares que se dirigen al Alt Empordà y que desde ahí, bordeando la cornisa norte de la península, piensan hacer el Camino del Apóstol Santiago, hasta su sepulcro en Compostela, pues está plagado de hospitales de peregrinos y la ganancia es segura, sobre todo si deben complacer a la concurrencia con la narración de milagros, la música y la venta de reliquias (falsas, desde luego), amuletos y bebedizos curativos.
Los ojos de Dubán se abren asombrados a un mundo de color en que hacer muecas y saltar en piruetas imposibles no está prohibido sino que es aplaudido.
-¡Vítor por el muchacho! –palmotea y ríe el mayor de los juglares, que, a la vista está, hace las veces de mayoral de ese hato de locos de los caminos.
-¡Molt bé! ¡Molt bé! –grita otro, menudo y algo jorobado, que sabe hacer los visajes mejor aún que el mozuelo.
-Doménech –dice una de las juglaresas-, aquí tienes uno que sirve para la juglaría mejor que algunos de los que son más aclamados en las villas y lugares.
-Cierto es, Clotilda –afirma el tal Doménech-. Si quisiera venir con nosotros, no sería yo el que se opusiera.
<<¿He oído bien? –se pregunta Dubán- ¿Acaso me están invitando a unirme a ellos?>>.
No se atreve empero a interrogarlos al respecto.
-Hacen falta titiriteros en nuestro grupo –interviene el jorobadito, que se llama Riquet-. El mozo es flexible y ha demostrado que sabe contorsionarse como el que más.
(...)






-Siempre he sentido el impulso de gesticular y saltar. Mis maestros en esto han sido las figuras de los capiteles y las gárgolas del claustro de la abadía. Ahora sé que puede hacerse un oficio de tales habilidades.
-¡Y tanto! – exclama Doménech-. El mester de juglaría es el más libre oficio que existe.
-¡Y el más hermoso y placentero para los que lo profesan y a él se acogen! –corrobora Clotilda, a quien todos suelen llamar Cloda.
-Deberías decidir ahora si deseas, pues, acogerte a nuestro mester y venir con nosotros –ofrece Doménech.
-¿Podría hacerlo? –pregunta Dubán sin terminar de creer que su vida vaya a dar un giro tan espectacular. Le parece un sueño inalcanzable y espera la respuesta casi seguro de que va a consistir en una carcajada de burla por su ingenuidad. Mas es otra la contestación.
-Naturalmente. Eres tan ágil y tan gracioso como un mono y a las mujeres les has caído en gracia, eres también tierno y exento de la malicia y la lujuria que suelen encontrarse por todas partes, así pues, si quieres…
-Oh, soy tan feliz… -grita Dubán y se pone a hacer cabriolas que arrancan una risotada en el campechano juglar.
-¡Ven a mis pechos! –ríe Cloda abriendo los brazos. El muchachito se arroja en ellos y recibe el primer abrazo maternal de su vida, porque de madre es la calidez con que lo aprieta. Y no sabe lo que pensar, pero sí sabe lo que siente, porque el abrazo es mágico y logra deshacer el nudo apretado que Dubán ha llevado siempre a la altura del corazón creyendo que era algo natural e inevitable. Ahora sabe que no era así, y que esos pechos casi tan voluminosos como ubres de vaca, son la almohada más blanda en la que se puede apoyar la cabeza, y también la más tranquilizadora, porque late con un ritmo tranquilo, pausado, seguro y confortador.
Cloda lo ha adoptado espontáneamente.
-Es tan parecido a mi Cristóbal… -le ha dicho soñadoramente a otra de las juglaresas. Cristóbal nació hace ya siete años de su vientre de moza de camino. Sabe, claro está, que es hijo suyo, pero la identidad del padre es para ella misma una incógnita. Naturalmente, puede hacer conjeturas bastante aproximadas, pero no puede estar segura en modo alguno. En tiempos de penuria las juglaresas aportan lo que pueden ganar con artes no precisamente propias del mester. Si no hay una moneda ni un pedazo de pan que dar a los cantores, malabaristas y músicos, siempre la hay para dar a las hembras hermosas que venden placer por poco precio.
Varios fueron los que la compraron en pocos días. Uno de ellos fue el padre –ignorante de su paternidad- del malogrado Cristóbal.
Unas bubas extrañas se lo llevaron el año pasado. Y ahora este Dubán tiene los mismos ojitos hambrientos de cariño y el mismo cuerpecillo de duende…
Cloda lo aprieta tanto que le hace un poco de daño, pero es un daño tan agradable… Ahora lo besa con besos sonoros y emite unos chillidos de alegría que calientan el alma mejor que una piel de oveja calienta los pies fríos en invierno. Y es que Dubán tenía frío el corazón a fuer de huérfano criado entre severos varones, que no son propias de los monjes las efusiones sentimentales, sino que, muy al contrario, están proscritas por la regla monástica.








39 - UNA SERRANA

Corre el agua con agradable murmullo. El crepúsculo cae como un manto anaranjado sobre la tarde que pronto se transmutará en noche.
El recodo es solitario y unas peñas de superficie lisa pueden servir muy bien de asiento o de lugar en donde dejar a buen recaudo la ropa, aunque la de Pere ha de ser lavada. El gigantón considera la conveniencia de meterse en el agua vestido como está, pero desecha la idea. Allí no hay nadie. Hace mucho tiempo que no libera sus carnes de la rozadura de la lana endurecida por el sudor amasado con barro reseco y suciedad (...)


Se decide, pues, y se libera gozosamente de todas sus prendas. Completamente desnudo semeja un Hércules que hubiera aparecido en estos tiempos. Su cabello, trigueño y rizado, está verdaderamente empegotado de grasa y sudor, incluso hay restos de sangre de una leve herida que sufrió hace poco y de salpicaduras de la sangre del caballo que acaba de despiezar.
Sus músculos respiran –si tal expresión es posible- libres de ropa y el coloso abre sus brazos poderosos y recibe la caricia de la brisa que orea su torso, sus brazos y sus caderas. Un tirón más y se despoja de las calzas, dejando al aire sus nalgas, sus muslos y sus musculosas piernas y sus grandes pies.
Erguido sobre una de esas peñas lisas, gozosamente libre, disfrutando de la brisa, se diría un dios mitológico.
Poco a poco, entra en el agua, pisando las piedras romas del fondo apenas profundo. Cuando el agua le llega a las ingles se acuclilla y se deja envolver por el manto líquido que lo acaricia y lo va limpiando de suciedad y de muchas otras cosas, tales como experiencias negativas y malos recuerdos.
Entonces la ve. Es una mujer. Está junto al montón de su ropa y lo mira a él, que está cubierto por el agua hasta la mitad del pecho. A causa de que es casi de noche, Pere no puede distinguir sus rasgos, apenas su silueta recortada a la débil luz de la luna que está apareciendo en el cielo.
-Bona vesprada –habla ella con voz dulce.
-¿Quién va?
-Nadie, capitán –responde seductora pretendiendo halagarlo-, sino una humilde sierva a vuestro servicio que no se atreve más que a suplicaos el honor de lavar vuestras ropas.
-¿Por qué habríais de hacerlo?
-¿Hace falta una razón más poderosa que la admiración hacia vos?
-¿Vos me admiráis? ¿Por qué?
-Porque os he visto mientras os entregabais a la caricia del agua. Sois un varón fornido y de cuerpo bien proporcionado. Me habéis agradado, así de simple.
El guerrero, sorprendido, se siente atacado, en cierta forma, y se defiende interrogándola con una aspereza que no es sino reserva y hasta timidez
-¿Qué clase de mujer sois que osáis hablar con tal desparpajo a un hombre? ¿Acaso ignoráis el recato y carecéis de pudor?
-¡Oh, cuántas preguntas! –ríe ella- ¿Cuál queréis que responda primero?
A la vez que habla toma la camisa de Pere y la remoja en la orilla, la extiende calmosamente en una gran piedra plana y toma un puñado de arenilla mojada que pone sobre la prenda, luego sopesa tres o cuatro cantos rodados de regular tamaño hasta que se decide por uno que empuña con decisión para comenzar a restregar la arenilla sobre el tejido. De vez en cuando vuelve a remojar la camisa, liberándola de la arenilla usada y repite todo el proceso.
Pere no se da cuenta de que se ha quedado como embrujado, boquiabierto, embobado. Tampoco se da cuenta de que la mujer no ha respondido aún ni una sola de sus preguntas. Lo único que sí sabe es que no consigue dejar de mirarla.
Es una mujer poderosa, físicamente hablando, al igual que él es potente como varón bien templado. Quizás no sea bella, al modo delicado que se estila en las cortes de amor, pero cree adivinar que es salvajemente hermosa. Alta y rolliza, cuando se inclina para frotar la camisa, su escote muestra el comienzo de unos ubérrimos senos que se bambolean con el enérgico movimiento de sus brazos al frotar la tela sobre la peña que le sirve de lavadero.









(...)
-Tú, tú, eres… ¿quién eres tú? –acierta por fin a preguntar el desnudo batallador.
-Alguien que te está viendo como tu madre te trajo al mundo.
Pere cae en la cuenta entonces de que, embrujado por la visión de la mujer, no ha advertido que se ha puesto en pie y que el agua apenas lo tapa hasta un poco más de las rodillas y que, por tanto, se está mostrando en toda su desnudez ante la desconocida. Ella sonríe con malicia y parpadea seductoramente. El gigantón acaba de azorarse –cosa infrecuente en él, pero que, no sabe por qué, le está ocurriendo ahora- y se tapa como puede con las manos y se acuclilla tan rápidamente a la vez que pierde el equilibrio y cae de espaldas.
-¡Voto a…! –exclama al sentir las duras piedras del fondo en sus nalgas desnudas y en los riñones.
-¿Necesitas ayuda? –pregunta la mujer con fingida preocupación, ensanchando aún más su sonrisa.
-No, no –se apresura a responder, confuso, el escudero.
-¿Quizás solamente tratabas de darte un chapuzón, verdad? Realmente te hace falta, tienes el pelo muy sucio, ni siquiera yo podría adivinar de qué color es… y eso que soy una bruja –termina, volviendo a dejar que su risa cabalgue por el aire del crepúsculo.
-¿Cómo te llamas… bella bruja?
-Me llamo Amai.
-Amai… -pronuncia Pere con su grave voz, muy despacio, como paladeando el sonido del nombre, que ya lo ha conquistado.
-¿Y tú, me dirías tu nombre?
-Soy Pere Sanchís, escudero, a tu servicio.
-Oh, eres cortés, además de fuerte y…
-¿Y…? –le invita a terminar la frase.
-Y apuesto en extremo, y… muy guapo –dice ella halagadora.
Pere da un respingo bajo el agua. Se siente extraño, por no decir ridículo, allí, con las posaderas martirizadas por las piedras del lecho del riachuelo, sin osar ponerse de nuevo en pie, después de lo que ha pasado antes. Además nunca ha visto a una mujer honrada galantear a un caballero, cuando lo normal es justamente lo contrario, que sea el varón quien requiebre a la doncella. Sin embargo ha de reconocer que esta mujer no se parece en nada a ninguna otra que le haya sido dado encontrar en su camino, por lo tanto tampoco debe esperar que se comporte como las tímidas damas, las vergonzosas doncellas o como las descaradas rameras que él ha conocido en diferentes ambientes.
Amai tiene una deliciosa mezcolanza de coquetería y recato, de sensual desinhibición y dignidad, de humor y seriedad, de inteligencia y llaneza que se explaya en la natural sinceridad que ha usado para valorar la apariencia del hombre que tiene delante.
-¡Oh, ya sé lo que te pasa! A todo el mundo le asusta mi modo de hablar. Creí que tú serías distinto. En fin, me equivoqué… ¡Lástima! Me iré, ahí te dejo tu camisa, lavada.
-¡No te vayas, por favor!
-¿Deseas que me quede?
-¡Más que he deseado nada en mi vida!
-Así pues, no te asusta mi forma de ser, no la confundes con lo que no es…
-En modo alguno. Debes perdonar mi torpeza, comprende que jamás he conocido a una mujer como tú y además, así como estoy…
-No te apures, es natural que te estés aseando. La verdad es que buena falta te hace.
-¿Tan terrible te parece mi aspecto?
-Ya sabes que no; no te lo he ocultado, pero en cuanto a tu pulcritud, no puedo decir lo mismo, fíjate en tu cabello…
Torpemente, Pere comienza a frotarse su abundosa pelambrera con exagerada energía.
-Conseguirás arrancarte el pelo de raíz. Permíteme ayudarte.
Pere no puede creer lo que está ocurriendo. Abre y cierra los ojos enérgica y repetidamente media docena de veces. Quizás está soñando. Sin embargo, siente claramente el frescor del agua en la piel y el martirio de los guijarros que se le clavan en el trasero. Se mueve un poco para aliviar su carne, mientras observa embobado los movimientos de Amai. Ella se ha puesto en pie, sobre la piedra en que ha extendido la camisa recién lavada para que escurra. Está descalza, pues ha dejado su calzado en una roca más alta. Sus pies se afirman con natural facilidad sobre la superficie resbaladiza de las rocas. Da unos pasos y se adentra en el regato que le lame halagador las pantorrillas, la saya flota alegremente entre dos aguas y se arremolina ciñendo sus muslos cuando ella llega al punto en el que él permanece extasiado por la hermosura animal de la mujer.






(...)





La misteriosa mujer se aproxima a él, como una náyade, guardando un perfecto equilibrio sobre los resbaladizos guijarros del fondo del arroyo.
Amai mantiene su mano izquierda cerrada, sin duda lleva algo en ella, algo que él le ha visto sacar de una bolsa de tela que ha dejado junto a sus borceguíes de piel cosida.
Ella se arrodilla, sin perder el equilibrio, detrás de él. Recoge agua en el cuenco de la mano derecha y se la derrama dulcemente sobre el cabello, pegajoso.
-Echa la cabeza hacia atrás- pide.
Pere está acostumbrado a desconfiar de todo el mundo, incluso de una mujer, pues conoce casos en que alguna de ellas se ha valido de su belleza para seducir a un hombre, acabando con guerreros invencibles en batalla singular. Recuerda a un fraile que conoció en su infancia que narraba una historia de traición que, según decía, estaba escrita en el Antiguo Testamento de la Sagrada Biblia.
-Os contaré una historia que os servirá de enxiemplo y aviso contra las malas artes de las hembras, puestas en el mundo por el Maligno para perdición de los hombres buenos –dice el fraile con voz campanuda y con evidente condena hacia todas las mujeres.
Cree recordar que se trataba de una tal Dalila, que reducía con su poder la incomparable fortaleza de Sansón, poniéndolo así en manos de sus enemigos.
Tal vez Amaí sea otra Dalila. Sin embargo, algo muy dentro le asegura que no. Se pregunta qué lleva en su puño cerrado. Pronto lo sabe. Siente que ella deposita sobre su cráneo una especie de arcilla que emulsionada con el agua, despega la suciedad de sus cabellos.
-Es greda –dice ella, sencillamente-, una clase de tierra, mejor que ninguna otra cosa para lavar las pelambreras apelmazadas como la tuya.
-Ah –es la respuesta de Pere, y ya no vuelve a hablar. No puede, tan extasiado está. Con los ojos cerrados, goza el placer que le proporciona el benéfico masaje. Es como si los dedos de la mujer borraran de su cerebro todo amago de irascibilidad, de alteración, de alerta… Se siente a salvo, tratado con un afecto que no recordaba haber recibido desde que salió de la sombra materna.
-¿Qué tienes aquí? –pregunta Amai palpando un costurón en su cabeza oculto por el cabello.
-La cicatriz de una herida de batalla.
-Fue un buen tajo.
-Lo fue. Estuvo a punto de acabar conmigo.
Los labios de ella se acercan a su oído, le susurran unas palabras -“Hubiera sido una lástima”-, en voz casi imperceptible, como si temiera que el propio aire pudiese atrapar el sonido para esparcirlo por el bosque circundante.