Todos los años se repite el milagro: las ramas desnudas del almendro se visten de flores a pesar del frío del invierno. A pesar del terrible frío del invierno.
Y esas flores soportan el embate del viento cuando sopla y la escarcha de las noches. Y nos alegran la vista con su belleza delicada desde que amanece y la claridad del día las hace visibles.
Son un ejemplo que podemos tomar de la Madre Naturaleza.
Así pues, aunque el árbol de nuestras ilusiones tenga las ramas desnudas, no perdamos la esperanza de que un buen día broten de nuevo en ellas las flores, al menos las flores de la sonrisa y la cordialidad.
Y si brotan, no dejemos que nos las arranque ningún vendabal ni ninguna racha fría. De veras,nada hay que embellezca tanto un semblante.
Porque no olvides que somos espejos, si tú sonríes "ayudarás" a sonreír a otros. Si tú eres cordial, el calor de tu corazón caldeará sin duda otros corazones.