Siguiendo con el tema gatuno, os muestro un fragmento del capítulo 31 de mi novela BUCEADORES, cuyos datos podéis mirar pinchando sobre la portada, en la página principal de mi blog.
El texto lo he sacado del manuscrito, no iba a escanear las páginas del libro.
La anécdota es real, los personajes también. Tony Méndez es el patrón de la Goleta Karyam, el Bolo es su perro, Melquiades es un gato gigantesco que vive como un rey, y la cabra, una cabra de esas que hace lo que quiere.
El gato de la foto no es Melquiades, es uno de los que buscan refugio en la ventana de la Farmacia de mi hijo, en Vallanca.
Cabra en el Puerto de Mazarrón. La foto es de un mercado medieval a la orilla de la playa, esa cabra no es murciana ¡más quisiera ella, jajaja!
Por cierto:
¡Viva Murcia!
¡Viva Cartagena!
¡Viva Mazarrón,
y la cabra de la Legión!
(Estos vivas pertenecen a uno de los primeros capítulos de la novela, cuando un grupo de juerguistas reunidos en el Bar la Escalera pillan una cogorza de agárrate y no te menees).
CAPÍTULO 31.
Melquíades se desperezó extendiendo hasta lo inverosímil sus patas delanteras y traseras con las garras visibles y abriendo sus fauces de felino sobrealimentado y principesco. Cuando el Bolo pasó junto a su amo, delante de su territorio, la casa del paseo de las palmeras donde reinaba, gatunamente hablando, lo miró con desprecio entornando sus verdes ojos de ídolo egipcio y luego le bufó, satisfecho de su poder. El Bolo se pegó un poco más a las piernas de su amo, mirando con aprensión los agudos colmillos del reyezuelo atigrado.
-Eso, que te achante también hasta un gato, con lo grande que eres –le dijo su amo, Tony Méndez-. Todo un pastor alemán que da miedo mirarlo y luego llega un gato y lo acobarda, o una cabra vieja, como la de ayer, y le quita el sitio en la puerta de la casa, que es para no creerlo.
Tony se tenía que reír cada vez que recordaba la anécdota. Llegaba él del Karyam, ya entre dos luces. Normalmente, incluso desde lejos, divisaba la imponente figura de Bolo, su perro guardián, echado ante la puerta de su chalet en el Alamillo. Pero aquella tarde-noche, el perro le pareció extraño, oscuro y raro; sí, esa era la palabra, “raro de cojones”. Al acercarse no daba crédito a lo que veía, una vieja cabra de pura raza murciana, negra y por lo visto más mandona que la cabra del periodista García Martínez, estaba echada en la puerta y el Bolo, desplazado de su terreno, dormía humilde y sumiso dos metros a la derecha de la fachada.
A Tony le dijeron que era una cabra ya vieja, indómita y caprichosa, que hacía lo que quería y se paseaba por donde le salía de los cuernos o de las ubres, según el día, y que, por lo visto, aquella tarde había tenido el antojo de echarse una siesta en su porche y en compañía del enorme perro pastor que, por lo visto, había estado de acuerdo.
Melquíades se desperezó extendiendo hasta lo inverosímil sus patas delanteras y traseras con las garras visibles y abriendo sus fauces de felino sobrealimentado y principesco. Cuando el Bolo pasó junto a su amo, delante de su territorio, la casa del paseo de las palmeras donde reinaba, gatunamente hablando, lo miró con desprecio entornando sus verdes ojos de ídolo egipcio y luego le bufó, satisfecho de su poder. El Bolo se pegó un poco más a las piernas de su amo, mirando con aprensión los agudos colmillos del reyezuelo atigrado.
-Eso, que te achante también hasta un gato, con lo grande que eres –le dijo su amo, Tony Méndez-. Todo un pastor alemán que da miedo mirarlo y luego llega un gato y lo acobarda, o una cabra vieja, como la de ayer, y le quita el sitio en la puerta de la casa, que es para no creerlo.
Tony se tenía que reír cada vez que recordaba la anécdota. Llegaba él del Karyam, ya entre dos luces. Normalmente, incluso desde lejos, divisaba la imponente figura de Bolo, su perro guardián, echado ante la puerta de su chalet en el Alamillo. Pero aquella tarde-noche, el perro le pareció extraño, oscuro y raro; sí, esa era la palabra, “raro de cojones”. Al acercarse no daba crédito a lo que veía, una vieja cabra de pura raza murciana, negra y por lo visto más mandona que la cabra del periodista García Martínez, estaba echada en la puerta y el Bolo, desplazado de su terreno, dormía humilde y sumiso dos metros a la derecha de la fachada.
A Tony le dijeron que era una cabra ya vieja, indómita y caprichosa, que hacía lo que quería y se paseaba por donde le salía de los cuernos o de las ubres, según el día, y que, por lo visto, aquella tarde había tenido el antojo de echarse una siesta en su porche y en compañía del enorme perro pastor que, por lo visto, había estado de acuerdo.
No tengo foto de perro pastor. Y como me precio de no publicar nada más que cosas de mi cosecha, pues...sin perro se queda la cosa.
18 comentarios:
Esto promete (aun sin perro, claro!)
Saludos desde Irlhadia!
Tu imaginación no tiene limites...eres imparable te atreves con cualquier tema y además lo haces bien...
Ya hablaremos de la contraseña jajaja.... Avisáme con tiempo....
Besicos.
Qué gazpacho has hecho hoy y pese a los variados ingredientes te salió de rechupete.
Para la próxima me pides la foto, que San Google lo encuentra todo.
Besos
Anécdota vaaaa: yo gané hace años una cabra en un campeonato de tute y la tuvimos en casa de mis abuelos. Al final la vendimos pero mi abuelo ya tenía un feeling con el animal que era "pa venlos" jijiji
Biquiños!
Beeril, me ha encantado tu mundo de Irlhandia, volveré a paser por él.
cabopá, si eso es de una novela mía jajaja.
Hoy me he enterado de que además de en La Casa del Libro y en otros puntos, est´ña en Agapea, Libros urgentes.
No creas, me ha hecho ilusión.
Lo dicho, contraseña, a convenir.
Amiog@mi@:
¿Gazpacho, gazpacho?
¡Que empacho, muchacho!
-Yo tomo gazpacho
cuando estoy borracho,-
dijo un mamarracho,
torciendo el mostacho.
He visitado sabn Google, pero yo soy muy mi@ y prefiero que la foto lo sea también j@j@j@j@
¿Qué te parece la nueva modalidad de carcajad@? ¿A que es modern@?
maruxiña, ¿qué me dices? ¡una cabra en casa!
En Murcia hay un periodiosta que se llama García Martínez y parece ser que tiene una, de verdad, y precisamente en el diario "La Verdad", de Murcia, saca los domingos un diario suyo y de la cabra, que opina muy caprinamente "de tó lo habío y por haber", el animalico.
La foto es preciosa. Pasé a echar un ratito de lectura y es encantador...
Saludos
Me gusta la forma que tienes de describir situaciones, parece que las estoy viendo en vivo.
Besos
Me encantan tus comentarios sobre animales y, concretamente este trocito la novela promete y es estupendo.
Me gustan muchísimo los perros, aún los tontorrones como Bolo. Y, claro, es que hay cabras que mandan mucho y gatos que se enseñorean allí dónde se asientan, así que los buenos perros no tienen más remedio que convivir.
Bicos.
¡Vaya!
Sí que eres polifacética, (no confundir con politraumatizada). Desconocía tus habilidades literarias que, modestamente, también comparto, aunque en otras disciplinas.
Me ha encantado ese fragmento del capítulo 31, así como las fotos que lo ilustran.
Un cordial saludo.
Hiperión, tu visita siempre es bien recibida, naturalmente.
Gracias.
Arantza, describo cosas que son ciertas y han pasado jajaja, no siempre, claro, menuda novelista sería entonces...
En Buceadores los hechos históricos son reales, y lo policíaco ya más inventado.
fonsilleda, los gatos se creen reyes, cualquiera los baja del pedestal...Pero las cabras, son chulas, chulas, pero chulas de verdad. Yo hubiera dado algo por ver la escena, como la contaba Tony, jajaja.
Jota Ele, pero señor mío, hágame vuesa merced el favor de mirar las portadas de las noevlas que llevo publicadas ya...
Y si le place,pinche en la portada de BUCEADORES, que es la aludida, o busque esa o las otras en Google, tecleando título y mi nombre. Entonces descubrirá su excelencia que está comunicándose con una autora, de fértil imaginación jajaja, a punto de presentar en sociedad otra criatura literaria de 432 páginas, de la cual pronto tendrán todos noticias.
Tengo que hacerme con el libro de buceadores, promete ser muy interesante.
Tenia yo una vecina, que tenia una gata bien hermosa que cuando se acomodaba en la ventana no había perro que pasara por delante de ella, por muy grande que fuera el perro.
Muy bonitas las fotografias.
Un abrazo.
Lolami, si quieres el libro de Buceadores, contcta conmigo y te lo mando contra reembolso.
En las siguients entradas voy a poner sinopsis de mis libros y voy a anunciar una novedad calentita, recien salida de imprenta, ya verás...
Publicar un comentario