martes, 17 de junio de 2008

Casa de pescador

La estrella de mar era signo visible de que en aquella humilde casita encalada vivía un pescador. Las redes amontonadas a uno de los lados de la mínima fachada eran como un perro guardián que descansa, sin dejar de estar alerta, junto al umbral de la morada de su amo.
Pero la estrella, esa estrella del fondo marino que parecía -de tan perfecta- caída del firmamento en una noche serena, era también el anuncio de que tras esa puerta pintada de alegre tono verde, se hallaba la plácida y acogedora dulzura de un pequeño cielo en la tierra.
Allí vivían Sixto el Marrajo y Santa, su mujer. Y eran tan felices bajo la estrella marina de su puerta como pudieran serlo los dos seres más afortunados nacidos, como suele decirse, con buena estrella. Y es que no había nada mejor para ellos que aquellas cuatro paredes edificadas con el esfuerzo de noches en altamar, por parte de él, y de esperas interminables, por parte de ella, llenas de zozobra (no hay sustantivo más explícito para nombrar el sentimiento de quien aguarda al navegante cuando la mar está brava y ruge mostrando su poderío) temiendo lo peor y llorando con lágrimas de luto anticipado.
Ahora el Marrajo estaba ya demasiado viejo para embarcarse en la traíña y a Santa le lloraban los ojos con unas lágrimas constantes que le ponían ojos de Dolorosa de Salzillo (pero vetusta y arrugada) y se debían a la vejez y no a pena alguna. Porque el Sixto y la Santa, viejos y baqueteados como estaban, eran felices ahí, en su casita de cal blanca, frente al mar azul que los acunaba con su voz cambiante.
En los inviernos, les era grato sentarse por la mañana al sol, sintiéndose acariciados por sus benéficos rayos, bromeando sobre cómo el sol los caldeaba aunque estuvieran sentados debajo de una estrella.
En los veranos, al anochecer, cuando el aire refrescaba piadosamente al conjuro del primer lucero, ese que ronda a la Luna como un enamorado insistente, el Sixto y la Santa se preguntaban por enésima vez cuál de las estrellas del cielo podía compararse con la suya, la que guardaba su puerta como un ángen custodio. Y no encontraban ninguna tan hermosa. Porque esa estrella fue el regalo de bodas del muchacho que fue él, tan pobre que no podía ofrecerle otra joya que no fuese ese tesoro del mar, a ella.
Desde entonces, ambos habían sentido siempre que la estrella que era un totem protector de su mutuo amor. Y bajo esa seguridad que iluminaba sus vidas habían caminado, caminaban aún, con el sencillo optimismo de los sabios auténticos.



Una casita como esta- mucho más pequeña y humilde, a decir verdad, me inspiró mi novela "Sixto con rumor de olas rompientes". He improvisado esta breve narración, que no es un fragmento de la novela, sino algo que se me acaba de ocurrir, conservando, sin embargo, los nombres de los dos protagonistas de la novela (publicada en la Editora Regional de Murcia) por cariño a los personajes que la inspiraron, que conocí en mi niñez.

viernes, 13 de junio de 2008

Mi inspiración marinera


Me gustaría compartir con vosotros algunas imágenes que os llevarán -si las queréis ver- a Mazarrón y su bahía, paisajes y paersonajes de mis novelas de mar. Creo sinceramente que es un relajante modo de entrar en contacto- aunque sea contacto virtual- con el tesoro natural que es el Mediterráneo. Además, os abrirán el apetito de mar, aire libre y búsqueda de lo verdaderamente gratificante.
¡Que os guste este periplo! Para levar anclas no tenéis más que pinchar el enlace y luego abordar los diferentes videos, que son como barcos que navegan a toda vela.




http://www.youtube.com/user/cetaceosynavegacion

miércoles, 11 de junio de 2008

Mi novelita infantil inédita

Esta es la portada que he dibujado para mi novela infantil CABALLERO FLORESTÁN . Seguramente no la veré publicada jamás. Por eso al menos quisiera que apareciera mencionada en este humilda blog, que apenas tiene visitantes.
El dibujo representa al pequeño protagonista hablando con un anciano pastor que le contará la historia legendaria de un caballero medieval que luchó en el castillo que aparece al fondo. El perro pastor es testigo de la narración.

martes, 3 de junio de 2008

Flor azul

Una madera pintada de acrílicos y esmaltes.

Hoy es la flor azul que pinté un día
imagen y metáfora de mi melancolía.
Pétalos tintados de un color alegre
sufren la inclemencia de noche aleve.

lunes, 2 de junio de 2008

La Nave Fenicia y la Isla de Paco

En esta fotografía, del archivo fotográfico de "BUCEADORES", aparece en primer término la plataforma flotande que está sobre la Nave Fenicia sumergida. En segundo término, la Isla con la casona abandonada en donde sitúo uno de los capítulos más trepidantes y duros de la novela. Es el escenario de una escena de sadismo y de muerte.

domingo, 1 de junio de 2008

FRUICIÓN FRUTAL

Uno de mis cuadros en témpera sobre madera con barniz. La joven disfruta del jugoso frescor de la sandía o melón de agua, como se dice por las tierras murcianas. El rojo, que es uno de mis colores preferidos, lo domina todo, alegre y vibrante como un día de verano. La mirada de la muchacha parece perdida en la ensoñación o en la observación de algún detalle lateral. En el estilo busqué adrede la imagen plana y la desproporción entre las manos, demasiado pequeñas, que sostienen la tajada de sandía -roja sin degradados ni matices, protagonista absoluta del cuadro- y parecen abarcar glotonamente las otras dos tajadas que aparecen en primer plano.