martes, 30 de diciembre de 2008

Mar Cantábrico, de Pedro Díaz-Obregón


Ha sido un regalo inesperado. Este óleo de Pedro Díaz-Obregón Barajuan, un excelente pintor, un excelente amigo.
Decía mi admirado poeta Jorge Guillén algo así como ."Amigos: lo demás es selva".
Cito de memoria, pero casi estoy segura de que la cita es fidedigna. Y si no lo es, la suscribo, la proclamo, la asumo y la hago mía.
Tengo varios amigos pintores, en mi familia también los ha habido y los hay.
Pintores, escritores... algo hay que hermana y amiga... Fuera queda la selva enmarañada.
Pero, fuera de consideraciones de este tipo, voy a presumir de regalo rumboso. Ahí es nada, recibir por correo certificado una obra de arte como esta marina.
La luz escapa del cuadro, las olas tienen movimiento, las nubes danzan en el celaje norteño.

A Pedro Díaz-Obregón, muchas gracias.
A los demás, la recomendación de que visiten su blog Y la página de su "Museo Pobre", está en Google. Merece la pena.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Navidad en Ciudad Real


Ciudad Real, reloj del Ayuntamiento. Suena el villancico "Campanas sobre campanas", en la sonoridad de las dos filas de campaniles de bronce que flanquean el balcón que hay a la derecha de la fachada.
Son las doce del mediodía. Se abre la doble puerta de la balconada y aparece Miguel de Cervantes, portando unos rollos de pergamino bajo el brazo, más un tintero y una pluma de ganso, preparada para la escritura.
No tarda en aparecer Sancho Panza, con una hogaza de pan, una ristra de chorizos y una jarra de vino, que lleva golosamente a los labios de vez en cuando.
Por último hace su aparición en la balconada el mismísimo Caballero de la Triste Figura, por otros nombres don Quijote de la Mancha , el Caballero de los Leones, y -más verdadero- Alonso Quijano el Bueno. Trae en la mano izquierda un Libro de Caballerías abierto. Tal vez sea el de Amadís de Gaula, que tanto admira. Y en la diestra, empuña la espada que mueve con brío a la vez que, según se ve, lee algún pasaje de gran ardor caballeresco y aventurero, pues viene abstraído en la obra y ajeno por completo a la realidad.
Las tres figuras mecánicas, de tamaño natural, evolucionan durante cinco minutos en que hacen las delicias de todos los que los miran, embobados por la gracia de la estampa, nostálgicos de la lectura de la inmortal obra cervantina, tan llena de honda filosofía, envuelta en humor tolerante y socarrón.
Y nace el propósito de volver a deleitarse, una vez más, en las páginas paladeadas del Quijote.
Navidad 2008 en Ciudad Real, Almagro y Puerto Lápice.

lunes, 22 de diciembre de 2008

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

El Ángel dijo: No tengáis miedo, porque he aquí que os anuncio una gran alegría.
Hoy ha nacido el Salvador.

Feliz Navidad

jueves, 18 de diciembre de 2008

Mi carpeta de exámenes


Todas mis carpetas de trabajo están decoradas con mis dibujos. Aquí presento una de ellas. Sobre el cartón, bolígrafos de colores, corrector blanco, rotuladores e imaginación.
Para mí el trabajo no es una cuestión tristona y rutinaria, sino fuente de entusiasmo por la tarea bien hecha. Obras son amores, y -siento mucho contradecir el antiguo refrán- también lo son las buenas razones, es decir, las buenas palabras.
Buenas palabras son las que aparecen escritas en el cuaderno que he pintado, al menos, así las creo. Se trata de tres sencillos poemas en honor del libro y de los que aman la lectura. Dicen así:
EL PRÉSTAMO GENEROSO
Y tú me prestaste un libro como el que tiende una mano.
Me ofreciste su tesoro, me revelaste el arcano,
el portentoso secreto de su generoso abrazo
de páginas y palabras tan fieles como un hermano.
****************
EL ABRAZO DEL LIBRO
El libro da, generoso,
el abrazo de un hermano,
el portentoso refugio
de su mundo imaginado.
****************
LOS SECRETOS ESCRITOS
Amigo, préstame un libro,
que quiero soñar despierto
y descubrir los secretos
de los vivos y los muertos.
******************

martes, 16 de diciembre de 2008

INACABADO


ESte es un fragmento del cuadro que estoy pintando ahora mismo. Está inacabado, la foto ha salido borrosa, pero la utilizaré como pretexto para un texto, valga el juego de palabras.
ESPINAS
La espina del poema que se clava
en el cuaderno intacto
y que lo hiere
como si fuera el lápiz un acero
escribiendo de besos
y de nieve.
La espina de la vida,
que se clava con heridas diversas, diferentes,
quizás tan sólo en superficie,
a veces, una punzada breve, un arañazo,
un dolor pasajero, cosa leve.
O quizás la carga es más profunda,
es la enconada serie
de duros martillazos alevosos
que clavan
muerte a muerte
el dolor en la carne
del alma que los siente y los padece.

lunes, 15 de diciembre de 2008

El imán de nevera

He aquí una de mis últimas creaciones. Se trata de un imán de buen tamaño (era un calendario)
que he personalizado pintándole encima este búcaro de flores.
Lo emplearé para ilustrar un poema, aunque no se corresponda con su tema en absoluto.


SILENCIO

No existe nada más sincero y rico,
aunque sea triste,
que el silencio sonoro,
cuando te hablan hasta las mudas paredes
del fondo de tu fondo.
No existe nada más rico y sincero
que ese silencio triste y doloroso,
cuando no hablan palabras mentirosas
que no aciertan ni lo dicen todo,
que no definen el latido amargo
del agua de tu pozo.

Y en cambio, no hay nada tan profundo y bello
como ese silencio rumoroso
que saca el agua oculta del secreto
que guarda el corazón en lo más hondo
y la derrama, fresca y generosa
-catarsis sobre tí-
en tu monólogo.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Fracaso blogero


Sin comentarios. Nunca mejor dicho.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Ermita solitaria

Una acuarela tomada del natural, a la hora del amanecer, para ilustrar un poema.

AGRADECIMIENTO

Agradecen las flores
las gotas del rocío.
Agradecen las almas
el ser acariciadas.
Suave ha de ser el roce
que conforta,
que alivia la pena,
que consuela y calma.
Leve ha de ser la gota de rocío,
suave y leve la palabra acertada.

domingo, 7 de diciembre de 2008

EL REY DE LAS ESFINGES de Illán Vivas



EL REY DE LAS ESFINGES de Francisco J. Illán Vivas
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La segunda novela de lo que será la trilogía “La cólera de Nébulos”, que comienza con “La Maldición”, alcanza la misma altura, si no más, que la primera. La he leído con sumo placer y también con más facilidad que la primera. No, desde luego, porque se trate de una lectura fácil (muy al contrario, es tan elaborada y compleja que la he leído lápiz en mano, realizando anotaciones en los márgenes), sino porque se pisa un territorio conocido en cierta forma. Los parajes son diferentes, pero los transitamos guiados por Eleazar y Eostes, los protagonistas de la anterior novela, a los que ya habíamos acompañado en la anterior novela y por los que sentimos simpatía.
La portada se debe a Álvaro Peña, que elige para ella la estética del cómic, que domina perfectamente. Eleazar, con su espada Dragona en mano, se enfrenta a una abominación en tierra Astegia.
El prólogo es de Luis Alberto de Cuenca.
Estructuralmente, es una obra redonda, es decir, perfecta. Se puede leer como libro independiente, pero está sabiamente conectado con la primera novela a través de referencias, coherentes y oportunas, y de los recuerdos de uno u otro héroe de la estirpe de los Eternos. El tuerto Wottan, Nébulos, Carmesí, Annae, los feroces afros, entre otros, vuelven a aparecer en la historia, pero ahora Eleazar y Eostes caminan por nuevos parajes igualmente peligrosos e inquietantes, eso sí, y nos ponen el alma en vilo cada vez que se ven obligados a luchar con alguno de los engendros que les van saliendo al paso, seres infernales, creados por el mal, procedentes del mismo infierno. En su temeraria aventura entran en contacto con seres mitológicos y horribles abominaciones que son novedosas en esta nueva entrega y que, por tanto, nos sorprenden y fascinan.
En la estructura hay otro acierto, y es que el autor, con mano maestra, la dota de un final abierto que nos deja a la par satisfechos con respecto a la parte narrada, que es excelente, y además, por eso mismo, ansiosos de conocer de qué modo continuarán las andanzas de los dos Celestiales en territorio Humano y cómo repelerán la amenaza que se cierne sobre ellos y que les viene ahora de parte del monstruoso Anteo. Lingüística y léxicamente es una obra sin tacha. El autor hace gala de un vocabulario riquísimo y preciso como un dardo que da en el centro de la diana una y otra vez. A este respecto, hay que destacar el dominio absoluto de la adjetivación epitetal, por la que, sin duda, siente preferencia el autor, seguramente por el altísimo poder connotativo que conlleva. Ejemplos fehacientes son expresiones como abominables cabezas, repulsivos cuerpos, deformes miembros, apestosas entrañas, todo en un mismo pasaje descriptivo.
Las metáforas son igualmente acertadas (rompecabezas de miembros mutilados) y lo mismo ocurre con las prosopopeyas o personificaciones : Dragonia y Halcona, que son respectivamente la espada y el hacha de Eleazar, cantaron una canción de sangre y muerte- escribe el autor.
Hay comparaciones hiperbólicas tremendamente gráficas (bebiendo como un hipopótamo) y otras tan explicativas como las sienes les golpeaban como yunques.
No es necesario hacer más hincapié en lo que cualquier lector de Illán Vivas percibe mucho antes de terminar cualquiera de sus obras: estamos ante un genial maestro de las palabras, la frase, la narración y su ritmo y también del diálogo.
Illán Vivas es hombre polifacético y una de sus habilidades es la creación de personajes, sin embargo, asombra igualmente su erudición en materia de mitología. Siendo, como es, la Mitología una de mis debilidades desde que era niña, excuso decir lo mucho que he disfrutado descubriendo o redescubriendo los mitos clásicos en “El Rey de las Esfinges”.
Esta novela del género de aventuras épicas fantásticas tiene una doble lectura; una, la que primero salta a la vista, para los que reciben de nuevas todas estas alucinantes historias y conocen por primera vez este elenco de seres extraordinarios que aparecen junto a Eleazar y Eostes, para bien o para mal de ellos. Y una segunda lectura para los que habiendo gozado ya de obras clásicas grecolatinas, como “La Odisea”, “La Eneida”, “Edipo”, o germanas como “Los Nibelungos”, o tal vez se han adentrado en el misterioso mundo del Antiguo Egipto, vuelven a encontrase con los temas y las leyendas viejas como el mundo y, por eso mismo, eternas desde nuestra óptica humana.
Desde el mismo título de la novela nos asalta el recuerdo de Egipto y también el de la Grecia más clásica en su teatro. Eostes se enfrenta, como Edipo, al acertijo de la Esfinge y lo resuelve, como él.
Interesantísimo el capítulo X “Horus Faraón”, en el que se describe paso a paso el proceso de la momificación tan gráficamente como Mika Waltari logra en “Sinuhé el Egipcio”. El autor molinense nos sumerge en acertadas pinceladas en las creencias sobre el Más Allá del pueblo de los faraones.
A mi modo de ver, la novela crece y se eleva a sus máximas cotas en los últimos capítulos. El autor ha dosificado perfectamente el ritmo de la intriga que se acentúa al final. A partir del capítulo XI todo es mucho más intenso, tal como si el escritor realizara un alarde narrativo con el fin de atrapar el interés del lector definitivamente. Y lo logra, doy fe.
Otra cuestión merecedora de comentario son los dos pasajes de subido tono erótico que también se hallan en estos últimos capítulos (Neftis y Eleazar, y Ariadna y Eostes, este último con sorpresa incluida), elegantemente tratados, con exquisita finura, son una nueva andanada del autor que derriba cualquier última resistencia del lector, tan encantadores son y tan bien tratados están.
Sobre “El Rey de las Esfinges” se podría escribir mucho más. Es una obra densa en su trama y densamente poblada, en sus personajes, así es que muchos detalles se me quedan en el tintero, pero no puedo omitir el comentario de dos pasajes que me han hecho sonreír por su picardía y su humor, que aligeran un tanto la historia:
Uno es cuando Nébulos dice a Eostes que sabe de sus constantes visitas a cierta cervecera de los dioses, sobrina suya, y que cree que Eostes bebe tanta cerveza para tener excusa de visitarla y evitar así que otros celestiales la cortejen.
Y el segundo es una exclamación de Eostes contestando al apremiante requerimiento sexual de Eris a quien ha dejado a medias: “¡Ven, ven! ¡Más, más!”. “¡Quién te haya engendrado va a seguir!” le contesta el héroe.
Son dos ocurrencias ciertamente graciosas vistas en su contexto, claro está.
El capítulo XII se titula “El Mar del Olvido”. No bebamos de sus aguas que borran todo el pasado y recordemos a algunos de los seres que pueblan estas páginas de Francisco J. Illán Vivas:
Harpías, Bucentauros (centauros con cuerpo de toro), Erinias que pese a ser monstruosas atraen con sus cantos que es preciso evitar tapando los oídos con tapones de cera blanda, como hizo Ulises con las sirenas, Eris la discordia, un ser casi vampírico que se vence con fuego y plata, pegasos alados, Anteo, con su treta para no ser vencido (no descubriré aquí en qué consiste) pigmeos, esfinges que tiene Rey, Suhamuk, que conoce el idioma celestial y propone enigmáticos acertijos, espejos que muestran el lado oscuro, el reflejo negativo de cada uno…
Todo lo dicho atrapa el interés del lector, pero es que aún hay más; queda el definitivo golpe de efecto: Eostes y Eleazar bajarán al Orco. Se nos anuncia al final de la novela, que queda así abierta como abierto queda el camino que conducirá a nuestros héroes a nuevas aventuras en el submundo infernal.
No cabe duda de que el autor maneja genialmente la argucia de Sherezade en “Las Mil y una Noches”. A ver quién es el lector de estas dos novelas de “La cólera de Nébulos” que no espera con impaciencia la tercera, que cerrará el círculo. No creo que haya ninguno capaz de abandonar en su periplo a Eleazar y a Eostes.
Dicen que a la tercera va la vencida, pero estamos seguros de que nuestros héroes Eternos no serán derrotados cuando se enfrenten a los poderes mágicos que abundarán en el Orco. Saldrán victoriosos. En cuanto al autor, Francisco J. Illán Vivas, vencerá de la mano de sus hijos de ficción y convencerá a todos sus lectores.

Rosa Cáceres

jueves, 4 de diciembre de 2008

El perfume de la lluvia

Esta es una de mis acuarelas. La he escaneado y no he conseguido copiar todo el cromatismo de la pintura. Lo mío no es la técnica frente al ordenador, está claro. Tampoco, me temo, con los pinceles, pero se hace lo que se puede.

Emplearé esta imagen, al menos de mi propia mano, para ilustrar un poemilla también mío.

El perfume de la lluvia
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La tristeza me vino con la lluvia,
con el gris del horizonte
tan nublado.

Pero en los días de cielo
tormentoso,
me devuelve la calma y el sosiego
este perfume de árboles mojados.