IDENTIDADES, de Santiago Delgado
El jueves, 15 de enero, se presentó en el
Museo Gaya de Murcia el libro de
Santiago Delgado “
Identidades”. La presentación estuvo a cargo de dos oradores, el propio autor (¿quién mejor conocedor de su propia obra?) y
Juan Soriano, que demostró cuatro cosas muy importantes: una, que conoce la obra de S. Delgado, dos, que es un orador ameno y pletórico de sentido del humor, tres, que es un excelente lector, porque domina todos los registros de la lengua y los resortes para encantar al auditorio, y cuatro, que este libro hay que leerlo, porque merece la pena.
En cuanto al autor, qué diré, sino que es hombre también de verbo ágil, fluido, de humorismo contagiante que camufla una recóndita ternura, cercana a la hondura poética unas veces, familiar y reconocible en su murcianía otras…
El libro está editado por la
Real Academia Alfonso X el Sabio, de Murcia, y lleva portada de gran valía artística, se trata de un óleo de
Tomás Díez de Revenga, que representa un molino del Campo de Cartagena. Así es que es un gozo mirarla.
La colección es de la
Biblioteca Murciana de Bolsillo, lo cual quiere decir que es libro para llevar, efectivamente, en el bolsillo del
gabán, que es abrigo de paño fuerte que se pone uno cuando hace
rasca, que es frío intenso, como todos ustedes saben, o
relente, que es esa humedad de la atmósfera tan frecuente en Murcia, que cala los huesos. Si se trata de señoras o señoritas (a estas alturas del siglo XXI todavía se sigue haciendo tal distinción), seguro que lo llevan en el bolso. Si es verano y se está en la playa, el pequeño volumen se puede transportar sin problemas en bolsa de playa, eso sí, dentro de una bolsita de plástico para que no se pringue de crema solar, que siempre se nos queda el frasco mal cerrado. Pero si tal eventualidad se produjera, no pasa
ná, sino que será un
librico vivío, leío, que no hay ná más
tontucio que un libro que nadie toca y está ahí,
pá simiente de rábanos ¿no están de acuerdo?
El caso es que el libro es
amanoso. Por eso no hay que dejárselo en los trasiegos de aquí para allá, porque pesa poco, aunque contenga cosas de peso (válgame la paradoja o aparente contradicción entre términos que luego llegan a conciliarse, si se piensan), así es que, ya ven que sirve para todo. Para una espera en el médico, en la estación del tren, en la parada del autobús, en el Restaurante mientras viene el pedido…No sigo, pero podría hacerlo, porque botones de muestra, haylos, como las meigas.
Y hablando de botones de muestra, qué
bonicos los que nos presentaron Santiago Delgado y Juan Soriano, leyendo alternativamente, capítulos escogidos de esta ANTOLOGÍA. A mí me gustaron todos, algunos ya los conocía, pero oírlos de labios de tan estupendos lectores siempre encanta.
En voz del autor, Santiago Delgado, “Boda de los pequeños inmigrantes” y “La Banda de la Inclusa”, tan conmovedores que sugieren historias –intrahistorias, que diría Unamuno- plenas de humilde humanidad y de inocencia sin mácula. O la del “Gran velero blanco en el horizonte”, que a los que nos gusta el mar y los barcos, nos deja absortos en un lirismo de ley, como la plata, la que brilla en las crestas de las olas del Mediterráneo, besadas por nuestro sol.
Juan Soriano nos deleitó con joyas leídas como “Bueneza” y “Ser de aquí”, que arrancó risas al auditorio, con eso de que el murciano tiene que ir a todos sitios con su limón, porque le
echa limón a tó. Así, lo primero que pregunta al sentarse a la mesa es:
¿Ande está el limón?. Y ese
“una cosica que esté bien”, unidad de medida murciana donde las haya, que sirve para todo, o ese “
echa por la sombra” de nuestras primaveras-veranos de tórrido calor. Y qué bien que hablaba con acento murciano este hombre, cuando quería.Y qué identificados con lo que leía- que eran las palabras de Santiago Delgado- nos encontramos todos. Nos lo pasamos en grande, como se lo pasará todo el que lea el libro.
De todas formas, hay que advertir al potencial lector, que este no es un libro pá leérselo de una sentá, no señor, sino que es un libro-tentempié, en el buen sentido de la palabra, que es palabra de raigambre muy española, que todo el mundo entiende. Esto es, para leer –tal como ya he dicho- en cualquier momento y a trocicos, esto es, a bocaícos, así como el que pilla una almendrica del plato de los entremeses, se la echa tan contento a la boca y la masca en un ver y no ver, pero resulta que se le queda el delicioso sabor en la boca, que es lo que le pasa al que se deleita con un breve capítulo de IDENTIDADES.
El libro se divide en seis apartados, según la temática, que va del Arte, a La Literatura, pasando por la Historia, la Arqueología, la Gastronomía, el habla de Murcia, la Ciudad de Murcia, los pueblos de Murcia y mil cosas más, porque el autor es prolífico y multifacético y toca todos los palos como tocaor de guitarra, muy bien afinada, por cierto, y también entona como genial cantaor -o cantaor con genio o duende- y lo mismo se arranca por chipirrines murcianos que por mineras que nos dejan el alma absorta.
Además, generoso como él solo, llena sus páginas de nombres ajenos, de otros que escriben también, y nos dice: “Estáis en mi libro”. A mí me ha llevado a sus páginas en dos artículos sobre dos novelas mías,
Aura y
Buceadores, y ni decir tiene que estoy muy contenta de ello, no faltaría más. Pero les aseguro que no es ese detalle el que me dicta estas palabras de elogio, sino la admiración que de muchos años atrás siento por este autor murciano como escritor de artículos –ya dije que casi todos los del libro los conocía ya- y como novelista.
¡Qué no se lo pierdan!
Rosa Cáceres