jueves, 18 de septiembre de 2008

UNA EXPOSICIÓN DE ÁLVARO PEÑA

Hoy por fin -nunca es tarde si los días del evento aún no han acabado- he visto la exposición de Álvaro Peña "FLORA Y TRAPÍO", en la Galería CHYS de Murcia. Confieso que en estas fechas iniciales de curso he tenido que vérmelas y que deseármelas para encontrar un hueco, coger el cercanías de Orihuela a Murcia y cumplir con lo que para mí era tanto un deber de amistad y de agradecimiento, como un auténtico placer.
Me apasiona la pintura. Visitar una exposición es para mí, siempre, ocasión de disfrute, cuánto más si la exposición es de una persona a la que admiro y aprecio.
Bloc en mano, he ido tomando notas sobre lo que los cuadros expuestos me iban sugiriendo.
La serie taurina me ha demostrado el dominio del pintor en el tratamiento de la masa y el movimiento. Precisamente, esos dos factores sobresalen más y mejor al estar combinadas con un uso consciente de la monocromía. El pintor se sirve de tonos en escala de una misma paleta- cálida o fría- en degradados sabiamente dosificados a fin de no eclipsar la línea, la masa y el movimiento casi cinematográfico de las imágenes, por otra parte, de una elegancia notable.
Los tres cuadros con las cabezas de toro, de tamaño natural, dos de ellas en tonos agrisados y la otra en tonos rojos, impactan por la mirada de los animales que nos reta y nos interpela, como preguntando por la razón de su tortura en la plaza.
He pasado, no obstante, por encima de un tema -el taurino- que no se adapta a mi sensibilidad personal y me he deleitado con la serie dedicada a las flores, a las rosas en su mayoría.
Las había blancas sobre un lecho verde, un conjunto agrupado en un mismo marco de seis hermosas rosas con tonalidades lila, rosada, anaranjada, azul o asalmonadas. En formato apaisado o vertical, las rosas resultabal magníficas y técnicamente perfectas. Jugando de nuevo con la monocromía, el pintor experimenta en un conjunto de cuatro cuadros de formato cuadrado con el rojo desleído en agua, el blanco apenas agrisado, el verde- excepcionalmente alegrado con un toque dorado- y el poético lila.
El problema que presentan las rosas que pinta Álvaro Peña es que no se sabe cuál elegir, tan hermosas son todas ellas. Había una rosa blanca sobre un fondo degradado del azul y gris al verde pálido, en un magistral juego de sombras, que me cautivó. Pero lo mismo me ocurrió con otra rosa solitaria, en un tono rosado palidísimo, casi blanco, sobre un fondo verde, o la de color salmón sobre un fondo morado, en degradado magistral.
Sería interminable y repetitivo seguir comentando cada una de las pinturas que tienen a la rosa- reina de las flores- como protagonista. Álvaro Peña demuestra hasta la saciedad que la representación a pincel de sus pétalos no tiene misterio para él.
Otra cosa son las azucenas , igualmente hermosas y bien pintadas, pero sugeridoras de una belleza diferente, que el pintor capta con sabiduría y con su habitual elegancia de composición. Eso, sobre todo.
Me ha gustado mucho un cuadro con dos azucenas que entrecruzan sus tallos, verdes en contraste con su blancura, sobre un fondo rojo, lila y morado, mezclados los tonos con expertas pinceladas que producen un efecto de relieve y sombra que da mayor realce a la tersura y pureza del blanco de las flores.
Pero, sinceramente, me ha entusiamado otro cuadro, en formato vertical como el anterior, en que se repite el tema de las dos azucenas con los tallos entrecruzados. La sugerencia de la disposición de las dos flores es patente para mí. La más alta, parece inclinarse sobre la otra, tal y como si quisiera abrazarla o besarla delicadamente. Como dos amantes, castos en su deseo aún nada más que en ciernes, las azucenas se unen sobre un fondo azul, el color de la poesía.
He contado veinticuatro cuadros en la sala más el que nos recibe a la entrada, vertical, de gran formato, con tres rosas blancas y una roja, más alta, luciendo su soberanía y su belleza ardiente que se impone sobre la pálida elegancia de las otras tres, y el del escaparate, apaisado, con cuatro rosas azules como azules son , a veces, los sueños de verano, estación en que aún estamos.
He conseguido un catálogo, además. Me ha encantado la exposición. Álvaro Peña es un gran pintor.

3 comentarios:

Alvaro dijo...

Sólo tengo dos palabras para expresar lo que siento despues de leer tu texto: MUCHÍSIMAS GRACIAS!!!!. Me gustaría colocarlo en mi blog, si me das tu permiso.
Una abrazo, amiga

Rosa Cáceres dijo...

DE nada, a lo de las gracias. La cosa no las merece. Y naturalmente a lo segundo. Ya sabes que cualquier texto que yo escriba siobre tu obra ES PARA TI, y no tienes que pedir permiso para hacer con él lo que quieras.
Me gustó mucho la exposición y el catálogo.

François de Fronsac dijo...

A mi me encantó la exposición, y eso que ese día habían tantos amigos de Álvaro que era casi imposible.