martes, 17 de julio de 2007
Anécdota de escritora
Estaba yo corrigiendo el manuscrito de mi última novela. Había llamado "Lope" al protagonista masculino y no estaba del todo contenta con la elección. Aunque es novela ambientada en el siglo XIX, me parecía un nombre más adecuado, quizás, para otro siglo. El caso es que decidi cambiarlo. Tras dar bastantes vueltas al asunto, probando otros, opté por rebautizar al aguerrido capitán protagonista como don Jaime. Y ahora viene la anécdota. Como la novela supera con mucho los 300 folios a ordenador, me fié de uno de los comandos del aparatejo y le pedí que sustituyera "Lope", cada vez que apareciera en el texto, por "Jaime". El resultado ha sido que el ordenador (no yo, que ni siquiera puedo adjudicarme tal mérito) ha descubierto una nueva "palabra", como en el anuncio ese de coches que dan por televisión y que interpela a todo bicho viviente "¿Inventaste una nueva palabra?". El tipo del anuncio ha inventado una: "Guzmanear". Otro se ha afeitado al lado de un tigre, lo cual, no me digan, es mucho más "peliagudo" (adjetivo adecuado para la acción de rasurado, concédanme al menos la exactitud en la elección). Y ahora preguntarán ustedes cuál es la palabra inventada por el ordenador, cuál su categoría gramatical. Bien, bien, no dilato más la intriga: se trata de un verbo. Si señores, nada más y nada menos que un verbo. Resulta que el capitán cabalga con freciencia, en la novela, claro. Y muchas veces lo hace al..."gaJaime". Átenme esa mosca por el rabo, que dice el dicho sobre ese bicho... El ordenador no falla, si dece "galope" y hay que sustituir Lope por Jaime, la conclusión es sencilla: el capit´ñan siempre galopa al gaJaime, con "jota" mayúscula, eso sí, que es más galopar todavía.
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