lunes, 24 de marzo de 2008

Copiando a Camille Pissarro

El genio impresionista francés me impresionó (valga la redundancia) con su amor al sol y a la clara luz del día. Yo era una adolescente enamorada de la pintura cuando realicé esta copia en lienzo de su "Entrada a la aldea". Hoy cuelga de una pared de mi salón, como tantos otros cuadros que pinté en la efervescencia del aprendizaje, jamás concluido. Todos tienen algo mío, los que se deben a mi inspiración, por eso mismo, naturalmente, pero incluso los que son copias, como este, se adentran en mi memoria como paisajes vistos y vividos. Nadie podrá convencerme de que yo no estaba allí, bajo los añosos árboles, cuando ese carro salía del pueblecito, de ese pueblecito al que yo entraba y cuyos rincones transité -puedo asegurarlo- mientras mis pinceles queridos, heredados de mi padre, acariciaban el lienzo matizando colores y soñando otros cielos.

3 comentarios:

Antonio Verdú Asís dijo...

Rosa, entrañable, precioso, has sabido darle tu propia personalidad.

Rosa Cáceres dijo...

Gracias, Antonio. Una copia como esta tiene apenas un atisbo de personalidad del copista, en mi caso se trataría de los errores técnicos que seguramente tiene el lienzo. Qué le vamos a hacer, que a una le guste pintar no significa que sepa hacerlo, pero s´ñi demuestra que le apasiona la pintura, que ya es algo.

Alvaro dijo...

Esta genial, un gran trabajo, no conozco el original pero seguro que tu le habrlas sacado cosas que Pissarro no hizo, cada uno tiene su estilo y fuerza a la hora de pintar, por cierto, ¿tu padre tambien pintaba?