miércoles, 2 de noviembre de 2011

Gotas de lluvia o lágrimas

¿Son gotas de lluvia o son lágrimas?, pregunto.
Quizás tan sólo sean las dos la misma cosa,
agua de densas nubes o agua de dolor denso
que fluye por los ojos o que del cielo baja.
No sé...yo nunca lloro, y esa es mi condena,
que se me queda dentro esa agua tan amarga,
que la lluvia de otoño se me queda en la nube
negra del sentimiento...y de veras, me ahoga.

25 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola Rosa:
Si siempre te veo con esta sonrisa contagiosa en tus fotografías.
La verdad es que no es bueno tragarse las lágrimas.
Yo antes lloraba mucho, ahora me he hecho más fuerte, pero si se puede no hay que quedarse nada dentro.
Bella fotografía y bello escrito.
Besicos, Montserrat

L. Gispert dijo...

La expresión del llanto, de las lagrimas nacidas del sentimiento... Pero, si vives la vida alegre, si los vaivenes de la vida los soportas estoicamente, alzas el rostro y te ilumina la luz, saldrá la sonrisa, como la tuya, Rosa, llena de vida, de afecto, de lucha, de amor...

Me encanta como escribes y lo que dices.

Un abrazo,

Luis.

Rosa Cáceres dijo...

Montserrat, es cierto lo que digo, que jamás lloro, no puedo, no sé...¡ojalá! Yo envidio mucho a las personas que derraman lágrimas; parecen mucho más sensitivas y para colmo se desahogan.
Pero, vamos, lo de hoy ha sido por hacer acto de presencia, y he repentizado un poema sobre la primera foto que he cogido de mi archivo.
Un besico

Rosa Cáceres dijo...

Luis, me temo que en este momento no me siento muy estoica, nada senequista...admiro a las personas con gran presencia de ánimo, yo nada más que lo aparento por aquello de no soltar una lágrima ni a tiros.
Muchas gracias por tus palabras, las estimo en mucho, de veras.
Un abrazo

Ruy dijo...

La lluvia viene en tu auxilio
Ya que no manas agua amarga
justo será que agua del cielo
alivie tu extraña condena.
Deu vos guard.

Cayetano dijo...

Yo diría que agua de lluvia, porque desde aquí "se ven" dulces.
Un salado, digo...un saludo.

Rosario Ruiz de Almodóvar Rivera dijo...

Rosa no necesitas llorar, seguro que se nota en tu cara cuando te entristeces y las personas que estén a tu alerededor saldrán en tu ayuda.
¡Tengo la foto!
Pero los fines de semana estoy en "La Gloría" y allí, no existe Internet.
Tu libro Cueva Lobos desprende una inteligencia sobresaliente y una soltura de vocabulario fuera de serie.
Un abrazo fuerte amiga, desde mi Librillo.

Rosa Cáceres dijo...

Ruy, unos versos ciertamente interesantes...
Un abrazo

Rosa Cáceres dijo...

Cayetano, un rasgo de humor nada extraño en ti ¿te acuerdas de cuando hacíamos duelos de versos? En estas fechas de Tenorios y Mejías recuerdo que escribimos una versión ripiosa con la que me divertí mucho.
Un saludo...y dejemos la fonología, que con este término puede jugar una mala pasada jajaja

Rosa Cáceres dijo...

Rosario, qué bonito debe de ser "estar en la Gloria", que imagino que será un lugar o una finca...
Muchas gracias por el comentario que me haces de mi novela "Isla Cueva Lobos", deseo que sigas disfrutando con ella.
un besico

Isabel Martínez Barquero dijo...

Bonito, Rosa. La nostalgia de unas lágrimas ausentes en la gotas de lluvia, hermosa imagen llena de sugerencias.
¿Sabes? A mí cada vez me cuesta más llorar. De joven, era más llorona, pero ahora es difícil que llore. No sé si es bueno o malo. O mejor: creo que malo, pues tras un buen llanto, uno se queda en la gloria, sin tanta opresión por la pena.
No te apures si no lloras, será que tu organismo no lo necesita, porque la naturaleza es sabia.
Un beso.

María Bote dijo...

Precioso y sugerente texto, querida Rosa, como preciosa y contagiosa es siempre tu sonrisa perenne.

Yo también fuí siempre muy risueña, pero ahora, también lloro alguna vez, cuando lo necesito y, después, me siento mejor.

Un abrazo, amiga. María

ANTONIO CAMPILLO dijo...

Al agua de lluvia le falta el amargo y salado sabor de la desgracia o la felicidad que poseen las lágrimas.
Y esto es lo importante. Tenemos que llorar para dejar salir nuestra felicidad no nuestra pena.
Si no lloramos ¿será porque somos felices? Es posible.
Lo cierto es que de pena no voy a llorar jamás.

Un fuerte abrazo, Rosa.

Amig@mi@ dijo...

Pues amiga, tienes que llorar, que las lágrimas lavan el espíritu.
Aunque sea a oscuras, en silencio y en soledad, llora, que el llorar hace mucho bien.
Ahora, que si no tienes motivos, sigue así, amiga, jaja. Eres afortunada.
Un abrazo

Rosa Cáceres dijo...

Isabel, creo que mi organismo sufre muchas rangas a causa de ese hermetismo de mis lagrimales jajaja
Pero, he de conformarme.
Ahora estoy en baja forma, con una infección de garganta, pero el dia ) voy a estar en el Museo Gaya, a ver si puedes ir.
Un besico

Rosa Cáceres dijo...

María, ya quisiera yo derramar alguna lágrima, es un don , el don de lágrimas, del que hablan los clásicos...
Muchas gracias por tus palabras, por tu amistad
Un besico

Rosa Cáceres dijo...

Antonio, en tu comentario planteas algunas cuestiones filosóficas sobre las que habría que meditar un tanto.
Yo no creo que la felicidad inhiba las lágrimas, tampoco el sufrimiento las hace brotar siempre. Ya ves, yo nunca lloro, pero te aseguro que he vivido momentos muy tristes en los que me habría gustado tener esa válvula de escape...¡Ay!
El día 9 estaré en Murcia, en el Gaya ¿podrías ir con María Luisa?
Un abrazo a los dos

Rosa Cáceres dijo...

Amig@mi€ ¡si no puedo! Ni a oscuras ni a la luz del día...
Con lo sensible que soy...sólo saco la somatización dolorosa de los problemas jejeje Una joyica soy jajaja
Un besico

Francisca Quintana Vega dijo...

Hola, amiga Rosa...sabes?...cuando miramos algo...todo va a depender de nuestro estado de ánimo en ese momento. El antigüo refrán ese que hablaba de " el cristal con que se mira"...pues es una gran verdad.
Las gotas tan hermosas, tan puras, sobre la hoja...que agradece...que revive...ese regalo del cielo...o..simplemente...llora el cielo,Rosa...¿Cón qué nos quedamos?..Yo, hoy no sabría muy bien qué pensar...diría que estoy "entre dos aguas"...jaja. Un besito grande. Sigo leyendo Cueva Lobos...que va cada vez más interesante. Lo dicho...un besote grande. ¡¡Ya pronto tienes la presentación del día 9 !!.

Rosa Cáceres dijo...

Francisca, quería hacer acto de presencia en el blog, pero no tenía nada especial que decir, así es que repenticé sobre una foto de una maceta de casa.
Es verdad que el día 9 está ya ahí, no me lo recuerdes, que con esto de la garganta mala estoy todo el día durmiendo y no sé ni quién soy jajaja
Que sigas disfrutando con mi novela, eso deseo.
un besico

PEPE LASALA dijo...

Buena reflexión amiga Rosa, pero llorar es bueno y sano, ya que también es una forma de expresión. Me ha gustado mucho esta entrada. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea. http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

Rosa Cáceres dijo...

Pepe, llorar o no llorar a veces no depende de la voluntad de uno.
Muchas gracias por tu visita, me ha encantado conocer a tu mujer a través de tu entrada.
Un abrazo a los dos

Cabopá dijo...

¡Qué tarde llego!

Amiga llorar de vez en cuando es bueno para los ojos, el lagrimal se enjuaga....

Lloro con facilidad
pero no lloro cuando hay que llorar.
Así que a veces lloro por llorar.

Te estoy preparando una entradica de anuncio, de cartel de presentación...
Besicos.

Rosa Cáceres dijo...

Cabopá, hay que hacer campaña, que no me vea allí más sola que la una jajaja
teniendo en cuenta que casi carezco de familia allí y que ya soy un hurón sin amistades, tengo que contar con tu inestimable ayuda.
Ya queda poco para que nos veamos en persona.
un beso

Antonia dijo...

Espero que me permita dejarte constancia de mi visita, pues llevo un tiempo que no me admite la contraseña en los comentarios.
Decirte que estoy deseando verte por el Victoria, y que por las lágrimas, no te preocupes. Es un don ¿sabes? y si el Señor te lo regala, ahí lo tienes. Sólo lo tienes que pedir, como todo y Él te lo dará.
A mí no me gustaba llorar en público, lo tachaba de debilidad, ahora me da lo mismo, lloro de alegría y de tristeza, pero no contabilizo ni me condiciona. Todo a su tiempo, amiga Rosa.
Un abrazo, Antonia