sábado, 25 de febrero de 2012

VIDAS EN RUINAS



¿Qué profundo dolor, qué sensación de derrota puede llevar a una persona a tomar la decisión de acabar con la propia vida en plena juventud y gozando de salud?
Recientemente me he enterado de dos casos de suicidio aparentemente inexplicables, ocurridos muy cerca del domicilio donde resido.
Este tema me da mucho qué pensar.
En cierta ocasión vi una viñeta que me gustaría volver a encontrar, aunque no sé cómo.
En ella el Buen Padre Dios, representado como un bonachón anciano de barba blanca, ataviado con una bata de cuadros de estar por casa y unas zapatilla, igualmente clásicas, abría los brazos para recibir en ellos a un pobre suicida que subía al cielo llorando desconsoladamente, como un chiquillo que se ha caído un porrazo enorme y viene entre lágrimas a buscar el consuelo de su padre o su madre.
Creo sinceramente que ese terrible sufrimiento, esa ruina de la vida que lleva a la deserción de la existencia, merece mucha compasión, mucha piedad, y por supuesto, mucho respeto.

*****
Última hora, mientras comíamos, me entero por mi hijo Juan de una novedad terrible: ya van cinco suicidios, todos jóvenes, uno de ellos de veintitantos años. Más un intento frustrado, lo que sumaría seis de no haberse evitado.

11 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola mi amiga Rosa:
Mucho respeto y mucha compasión.
Hay personas que sufren depresiones y si no tienen tratamiento en un momento de bajón, les dan malas ideas.
Hay que apoyarlas y darles mucho amor y conseguir que lleven tratamiento.
Yo tengo un familiar cercano, que un día de poco se nos escapa de las manos.
Por esto cuando hacen
"bromicas", con estas cosas se me ponen los pelos de punta.
Un besico muy grande, Montserrat

Francisca Quintana Vega dijo...

Bueno, un tema inesperado que me acabo de encontrar, amiga Rosa.
Debe estar alguien muy mal para hacer algo así. Yo no lo concibo, amo demasiado la vida, pero supongo que se complicará alguna enfermedad mental...depresiones o algo así.
Un beso grandote.

María Bote dijo...

Respeto y compasión, dos máximas que, a mi parecer, hay que tener ante etos hachos tan lamentables. Nadie, sólo Dios, puede saber la enorme tristeza y desolación, que por distintas causas puede albergar la mente y el corazón del ser humano
para lleverle a esos extremos.

Estoy leyendo tu libro, querida Rosa y, me encanta, me gusta muchísimo. Felicidades por tu maestría como escritora.

Besos. María

Amig@mi@ dijo...

ES algo incomprensible, Rosa. Y lo malo es que con la crisis el número de casos va en aumento.
Viví muy de cerca el tema porque una amiga se suicidó a los 18 o 19años.
Un abrazo

Cayetano dijo...

Se oye a menudo decir que el suicida es un cobarde que no quiere enfrentarse a los problemas.
Yo creo que hay que ser muy valiente y estar muy mal para dar ese paso.
Yo como comentan más arriba, las depresiones pueden llevar al suicidio. Y eso es una enfermedad que se debe tratar. Lo malo es que se usan demasiado los fármacos y poco otros tipos de terapia basadas más en el plano psicológico que en el psiquiátrico a base de antidepresivos y ansiolíticos.
Un saludo.

Perlita dijo...

Por aquí estoy otra vez, Rosa. Te veo en la foto muy veraniega, aunque creo que en nuestra Murcia ha hecho un frío de bigotes y...por Valencia, ya te dirá tu hijo que también lo ha hecho.
Terrible lo de los suicidios.¡Menuda depresión debe arrastrar la persona que toma esa desgraciada decisión! Dicen que son personas cobardes pero estoy convencida que solo son enfermos con una desgana patológica por vivir. Siempre digo que Dios nos libre.
Un beso, Carmen Sabater

Rosa Cáceres dijo...

Montserrat, yo a la depresión le tengo un miedo atroz. Creo que es el infierno en la tierra. De todas formas, no conozco los motivos de estas personas a las que compadezco sinceramente. La falta de trabajo, tal vez pueda estar detrás. Vivimos tiempos muy difíciles.

Un besico

Rosa Cáceres dijo...

Francisca, ¿un tema inesperado? Tal vez, tampoco yo me esperaba recibir en un día esas amargas noticias, a uno lo conocía nuestra cartera, que nos lo dijo repartiendo el correo, a otro lo conocía Javier, que vino bastante afectado con la mala nueva, y a otro lo conocía Juan, era de su edad.
Yo personalmente no conocía a ninguno, pero me ha venido a la mente una compañera de estudios de mis días de bachiller que hace unos años se arrojó por un puente.
Amar la vida es un don. No todos lo gozan.

Un besico

Rosa Cáceres dijo...

María, cu´ñanta razón tienes, estamos de acuerdo en que sólo Dios conoce el interior secreto de las almas.
Me satisface mucho que te esté gustando "Isla Cueva Lobos". Yo he terminado tu poemario "El cendal soñado", y lo voy a releer despacio para decirte cuáles han sido los poemas que más me han llegado a la sensibilidad.

Un besico

L. Gispert dijo...

Lamentable, amiga Rosa. Hay personas que padecen demasiado. Aunque no se concibe estas "vidas en ruinas". Pero su estado empeoran, entran en un pozo profundo... Esta crisis es terrible.

Cuando termine mis libros, empezaré a leer el tuyo. He releido algunos párrafos. Me parece muy bueno, Rosa.

Un abrazo,

Luis.

Begoña de Urrutia dijo...

Es un tema sobrecogedor y que hace pensar mucho: me hace el efecto que entran muchos factores en juego: la depresión, la falta de valores humanos y religiosos que llevan ala falta de esperanza, familias desestructuradas, vidas demasiado blandas que cuando llegan las cosas duras, no tienen la fuerza para enfrentar y superar lo dificil. Quien sabe. Solo Dios lo sabe y en sus manos les dejamos a todos. Y yo rezo para que nunca me aqueje este tipo de mal.
Un abrazo fuerte.