Algunas veces, bastantes a decir verdad, pienso en la ingente cantidad de obras literarias que se han escrito a lo largo de la Historia. Desde que el ser humano accedió a ese elaborado medio de comunicación que es la escritura, en todas sus formas conocidas, la lista de producciones del ingenio, la inventiva y la sensibilidad a través de los signos representados ha ido incrementándose sin detener su incremento en ninguna época ni en ningún país del globo terráqueo. En consecuencia, pienso que ni siquiera el más voraz lector podría llegar a leer todo lo que ha sido escrito con afán literario. De este montón ingente, la mitad al menos tendrá una calidad aceptable, otro porcentaje será bueno, otro menor será muy bueno, otro más reducido aún será excelente y por último, en la cúspide de esta especie de pirámide escalonada de la calidad literaria, habrá un número no despreciable de obras geniales. Y bien, ahora me planteo qué pasaría si nadie se molestara en añadir sus escritos a los ya existentes. Y la conclusión es que podríamos disfrutar de lo que ya tenemos, aunque desde luego no fuera deseable ese parón creativo que, por cierto, nos presentan las películas de ciencia ficción con frecuencia.
Así pues, llego a la afirmacción de que si cualquiera de los escritores que en el mundo han sido y siguen siendo guardara sus obras bajo siete llaves y no permitiera a nadie conocerlas, no pasaría absolutamente nada. Ni siquiera la obra de un escritor mediático, como los que hay actualmente, es imprescindible. Aun la mejor obra literaria- y la cuestión de que sea efectivamente la mejor es otro asunto para debatir- es solamente una más entre las otras, tan buenas como ella en opinión de otros analistas.
Por tanto, yo sé que como otros muchos escritores, yo escribo porque respiro a través de las palabras, la esencia misma del ser humano, que sin palabra, ciertamente, no lo sería.
1 comentario:
Escribir, para mí, es una necesidad. Una necesidad que parte de dentro, del corazón, de la indignación, de la alegría, de la tristeza... del sentimiento de comunicar algo a alguien. Y esa necesidad es inherente a las personas. Me alegra compartir esa necesidad contigo. Me alegro de que hayas "buceado" tan bien entre la historia y la realidad. Me alegro y lo celebro. Adelante, Rosa, adelante.
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