lunes, 8 de octubre de 2007

Puntales

Nadie puede sostenerse solo cuando la vida sopla como un vendabal huracanado. Ningún ser humano es autosuficiente, por más que lo pretenda. Cada uno de nosotros experimenta tarde o temprano la sensación de estar a punto de derrumbarse. Es entonces cuando la fragilidad de nuestra estructura personal precisa ser apuntalada. Y los puntales que sostienen e impiden la total ruina son los que ofrecen otros seres comprensivos, compañeros de viaje en esta azacaneada andadura existencial: una palabra, un gesto, una broma oportuna, un rasgo de humor, una mano que se apoya en el hombro...
Recuerdo a los estagiritas del desierto egipcio. En aquellos lejanos tiempos de fe tan radical que hacía concebir drásticos modelos de penitencia, aquellos estagiritas o estilitas se encaramaban a una columna dispuestos a pasar sus días y sus noches expuestos a la intemperie (sol o lluvia, calor o frío) hasta que la muerte se los llevara a la eternidad de la bienaventuranza. Pues bien, hasta esos locos del desierto contaban con un "ayudante" que los proveía de alimento y agua sin la cual poco hubiera durado el terrible sacrificio que hacían, sin embargo, esa asistencia ofrecida hacía posible que la estancia en la incómoda y reducida columna, a modo de capitel penitencial y humano, durara lo que la salud y fortaleza de cada cual determinara. Los seguidores de los penitentes como Simeón y los demás estilitas eran otra casta de puntales, pero puntales al fin y al cabo.

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