Redonda perfección frutal. Nostalgia de los días de verano, olorosos, con un aroma frutalmente propagado, como decía Miguel Hernández de la dinamita murciana.
Sol vegetal que se degusta y saborea.
Nunca sabremos cuál fue en verdad la fruta prohibida del Paraíso. Pero la sospecha apunta a que fue fruta estival, de soleada recolección, de zumo dulce y dorado.
Quizás no fue la manzana la tentación definitiva.
Y a las puertas del invierno, nos parece que los melocotoneros del Edén eran tan fecundamente abundosos como los de Cieza. Y los echamos de menos.
Así somos los humanos: sentimos nostalgia de lo que no está frente a nosotros, idealizamos la belleza ida y lejana. La belleza frutalmente redonda y perfecta del melocotón de terciopelo.
2 comentarios:
Veo que has empezado a meter imágenes. Me alegro. Además así podemos contemplar tu arte. Efectivamente aterciopelado y con una gran y rica riqueza cromática.
Mi arte es insignificante en lo pictórico, sobre todo al lado tuyo. Lo mío son las letras, y lo digo con toda la modestia del mundo.Pero, sí, por fin voy a poder expresarme un poco más gráficamente, digámoslo así.
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