El 16 de Enero se inauguró en La Casa Grande, de Santomera, la exposición de lienzos de Antonio Verdú Asís, que permanecerá allí hasta el día 30 de este mes, para disfrute de todos cuantos la visiten.
La muestra consta de veinticinco óleos que tienen como motivo el paisaje urbano, tema que inspira la obra de este pintor que expresa su sensibilidad artística a través de su visión de calles, plazas y edificios, que se nos aparecen como si los descubriéramos bajo otro prisma, otra luz, porque siempre he dicho y repito ahora que Verdú es un pintor de la luz.
Mirando alguno de sus cuadros, de formato más que mediano, me he acordado de Antonio López y sus paisajes urbanos madrileños. Me refiero, en especial, al de la plaza de Santo Domingo. Tenemos que admitir que el paisaje urbano es tema extremadamente dificultoso, se exige al pintor una exactitud y proporción perfectas. Aquí no vale poner una casa de más, como el que pone un árbol que no existe en un paisaje campestre. Hay que ser pintor y algo arquitecto, esto es, hay que ser primero un magnífico dibujante, y luego perfilar la obra a base de pinceladas sabiamente dosificadas según donde se apliquen, puntillismo en los celajes –esos cielos espléndidos que sabe pintar Verdú- caricia en paredes, en suelos de plazas…
Las calles que Verdú pinta son preferentemente de Murcia, pero no en exclusiva, también hay telas sobre Mula, Fez, Santomera- la que sirve de carátula al programa- y de Venecia y París.
Yo conocía ya la obra de este pintor por otra exposición anterior, en octubre, en Torre Pacheco. Bastantes de los cuadros que están ahora en Santomera ya estuvieron allí. Es natural, ningún pintor puede pintar 25 maravillas así en tan poco tiempo, pero ¿saben que me ocurrió? Pues que fue como el reencuentro con un paisaje querido, que cada vez se juzga más bello y luminoso, más cercano al alma. Y esa pincelada breve que Verdú domina en los cielos volvió a teñir de matices múltiples el amanecer y el atardecer de sus cuadros. Y volvió a hacer rielar la luz sobre las aguas de un canal veneciano, o sobre el Sena, que corteja a Notre Dame, o sobre las aguas tan familiares del Segura, bajo el Puente Viejo.
Y las sombras, plasmadas con una maestría absoluta, partiendo en dos –sol y sombra- la majestuosa Plaza de Belluga. Prodigio de verismo en el arco de Santo Domingo, en sombra, dando paso al soleado espacio de la Plaza del Romea.
El marco de la exposición, La Casa Grande, de Santomera, es espléndido. En su gran claustro acristalado las obras de Verdú Asís encuentran el acomodo perfecto, puesto que es posible admirarlas en diversas perspectivas, incluso a través de esos arcos acristalados que le sirven de realce.
Emocionante. Para los que amamos la pintura, imprescindible. Un lujo estético.
Muy, pero que muy recomendable.
4 comentarios:
me encantan las obras como esa
Oh Rosa...que queda menos para el concurso y yo con la cabeza llena de pájaros...espero que alguno se pose en el arbol y me dejé dibujarlo de igual manera que el señor Verdú con sus lienzos.
un cálido saludo
Muchas gracias Rosa por tu comentario. Como siempre eres muy espléndida alabando mi pintura. Me emociona cada línea que escribes, la llenas de ilusión.
Un abrazo muy fuerte.
Hola Rosa, soy Sole, como te dije, he visitado tu blog varias veces y todo lo que escribes es precioso y llega al alma. Enhorabuena por el curso que lleva tu nombre, te mereces eso y mucho más.
Un abrazo para ti y para Javier.
me cae algo lejos, pero un cacho de mí comparte tu emoción por la pintura.
un abrazo
¡Ay, Callejero! Para pintar como Verdú hace falta el toque mágico de los elegidos por las Musas, sí, pero además mucha escuela y muchas horas de educar el pulso.
Tú vas por el camino de la poesía, y ahí es donde tienes que afinar a conciencia. La última poesía tiene aciertos notables. Enhorabuena.
Antonio, Sole, yo soy la qu se emociona tanto al ver tan magnífica plasmación de los paisajes de Murcia (mis preferidos) como comprobando que el verdadero artista no se deja comer por la soberbia ni el snobismo. Gracias por vuestras palabras.
Cacho de Pan, la distancia es un impedimento, pero el espíritu vuela hacia donde florece el arte y la sensibilidad compartidas.
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