sábado, 28 de febrero de 2009

Cigüeñas a la luz de la luna


He de admitirlo: me ha dado envidia la entrada del blog de Amig@mi@ sobre la luz vacilante de una vela vista a través de la mampara de la ducha.
Bueno, de Montse me dan envidia muchas cosas más, por ejemplo, el diseño de su página-¡qué bonito!- y la cantidad de amigos que se nota que tiene. Porque yo, con eso de haber residido en un montón de sitios, soy ya una especie de apátrida en pequeña escala, puesto que me refiero a la patria chica, que tampoco es la de mis padres, por lo que el arraigo a ella tampoco me viene de generaciones.
El caso es que, al hilo de lo que dice ella, me gustaría compartir un recuerdo o anécdota de viaje que a mí me encanta rememorar.
Ocurrió en el Parador Nacional de Oropesa, de Toledo, en una clara noche de primavera, muy fría, por cierto.
La habitación era alta, con un balcón que ofrecía vistas a la subida y a las almenas del castillo y un cuarto de baño con ventana a los tejados de una iglesia, con su campanario y su correspondiente nido de cigüeñas. La ventana disponía de gruesos postigos de madera oscura. A través de los cristales se veían el cielo nocturno, presidido por una luna llena redonda como una oblea de pan , las lejanas estrellas tililando como llamas misteriosas de velas encendidas en el firmamento, y la blanca figura de una cigüeña que desde su nido en inverosímil equilibrio parecía observarme. Nadie podía verme, tan sólo esa cigüeña encaramada en las alturas de la espadaña.
Decidí tomar una ducha que aliviara el agotamiento de un día de andanzas turísticas. Fue una ducha inolvidable: el agua caliente como una bendición, la luna y aquella cigüeña crotorando, como si quisiese comunicarse conmigo. Inolvidable.

6 comentarios:

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Hola, en mi blog hay algo para ti.
besos y amor
je

Rosa Cáceres dijo...

Hola, semidiuqse ¿te refieres al archivo de audio sobre el agua? es precioso, también he entrado al de Esquimedes con la canción de "Le musicien", que es maravilloso. Me pregunto a dónde voy yo, que no domino más que el lápiz y el papel para plasmar mis palabras.
Si los cuadros son tuyos...madre mía...¡Enhorabuena, son admirables!

Amig@mi@ dijo...

Rosa,
gracias por todo lo que dices de mí. Pero... exageras.
Te voy a dar unas cuantas sorpresas...
Soy, como digo en mi perfil, ciudadana del mundo.
He vivido en muchos sitios y dejé raices en todos. De eso quizás mi facilidad para llegar a la gente, pero esto es un arma de doble filo Rosa, me llevo muchos palos...
Soy de Toledo, de Talavera de la REina, y en mi niñez, e incluso alguna vez ya con novio... de vez en cuando ibamos a tomar cafe al PARADOR DE OROPESA ( a media hora escasa de Talavera)
Es un sitio que me encantaba y nunca ponía pegas para ir...
Por otro lado, esa imagen de la luna y la cigüeña y, esa ducha, es dificil que las olvides nunca, hay cosas que marcan para toda la vida y más si sabes que es difícil que se repitan.
Un beso y de nuevo... GRACIAS AMIGA

Cabopá dijo...

Tu relato tiene cierta magia: un parador, una ducha, una cigúeña, la luna llena "gorda" la llamo yo;me encanta lo de la oblea de pan, quizá por eso porque parce un pan cuando está llena yo la llamo así. Echo en falta tus comentarios.... me había acostumbrado a tus buenas palabras.Soy una novata atrevida de este mundo virtual. A veces mis cuadernos y los bolis se queja por que no los toco. Besicos.

divagador@ dijo...

es un muy bonito relato

Rosa Cáceres dijo...

Montse, qué bella ciudad Talavera de la Reina. Solamente he estado en ella unas horas, en ese viaje precisamente al que se refiere mi anécdota, pero me bastaron para interiorizar que hay que volver allí. Es asignatura pendiente.
En cuanto a Oropesa, dejó en mí un recuerdo imborrable. Además, esa no fue la única anécdota chocante que me sucedió.
cabopa, qué murcianica eres en tu despedida "besicos". Qué forma tenemos los murcianos de expresar cariño simplemente usando el diminutivo -ico/-ica. Me encanta.
Gracias Divagando siempre. Lo mejor de ese relato es que es auténtico, porque tuve la fortuna de vivir un momento así, misteriosamente poético, sublime.