sábado, 11 de abril de 2009

UN PASEO POR VALLANCA

¿Me acompañan a dar un paseo por Vallanca? ¿Sí? Pues vamos.

Vallanca es un pueblecito de montaña, casi a mil metros sobre el nivel del mar.

Vallanca está enclavada en el Rincón de Ademuz, que pertenece a Valencia, aunque está mucho más cerca de Teruel que de la capital valenciana.

Es uno de esos raros islotes de una comunidad dentro de otra. En España hay dos casos así: el condado de Treviño (que pertenece a Burgos y está ,sin embargo, dentro de Álava) y, en Valencia, el Rincón de Ademuz (dentro de Teruel).


En Vallanca sobreabunda el agua, rumorosa y clarísima, se hace oír en ríos, regatos, fuentes y cascadas.

El paisaje es bucólico, recuerda los versos de Garcilaso: Corrientes aguas, puras, cristalinas,

árboles que os estáis mirando en ellas

verde prado de flores siempre lleno...

Ninguna fotografía puede hacer justicia a la transparencia, claridad y rumos de las límpidas corrientes, cercadas de vegetación.

El alma se serena al arrullo de estos sonidos de la naturaleza, coreados por el canto de las aves y guarnecidos del sagrado silencio circundante.


En Vallanca florecen los cerezos, como el de la imagen.
Los manzanos, que siembran la hierba de sus frutos en tiempo de cosecha.
Los nogales, preñados de frutos sabrosos, que comen golosamente las
ardillas, muy fáciles de ver por allí, nada asustadizas...

Las higueras, las setas, las bellotas...

Un aroma de monte, hierbas campestres y frutos deliciosos llena el fino y frío aire de la montaña.



Generosos, los almendros
también ofrecen la incomparable belleza de su floración, que dará paso a la rica almendra.


Camina con pasos lentos la primavera en Vallanca,
hasta hace poco ha sido la nieve la que ha posado su manto blanco y gélido sobre el terreno, así pues, los álamos aún están desnudos.

Pronto se vestirán de verdes hojas, que se dejarán mecer por el viento, interpretando la más sublime de las melodías.

De los alamos vengo, madre,
de ver cómo los menea el aire...


El lujuriosos verde de la hiedra y de otras plantas trepadoras, luciendo mil tonalidades de verdor, se abraza a la arboleda.

Y crea así un paisaje de cuento de hadas.

Casi esperamos que de un momento a otro aparezcan ante nuestros ojos los gnomos, los elfos y los demás seres fantásticos que, seguramente, poblarán este paisaje privilegiado.

Los troncos de los árboles, revestidos de líquenes
multicolores, sumergen sus raices en el agua que todo
lo preside allí.


Deja el hermoso valle, encaramado el monte, que lo cortejen otros montes aún más altos, como la sierra
de SANTERÓN.


Muchas son las rutas de senderismo señalizadas en la zona, bien para andarlas a pie, bien para recorrerlas en bicicleta.

Hasta Negrón se sube por varios caminos, y se llega para entrar de repente en la Edad Media, tal es la impresión que produce este pequeño pueblecito, con muchos más gatos (en libertad) que habitantes .


En Vallanca hay profundas cuevas, en mitad de la montaña, que sugieren leyendas misteriosas... o permiten imaginar cómo eran los abrigos naturales en la Prehistoria.



Los grifos de la fuente que hay en el centro de la Plaza de España son de bronce antiguo .
Las casas tienen vigas y balconadas de madera oscura.

La torre de la iglesia es esbelta y sobresale en el paisaje, presidiendo el caserío, dispuesto en escala en la ladera montañosa.



Paseando por cualquiera de las empinadas callejas de
Vallanca, es posible encontrarse con el lujo silvestre
de una flor que se abre paso en el roquedal de un muro de piedra.

O con la maravilla rosada de un macizo de flores que bordea una escalera.


Las viviendas de Vallanca son a menudo originales en su decoración.
Los detalles a base de piedras de la zona, muy abundante en fósiles, son la base de la ornamentación exterior.


Los bancos, las escaleras, muestran adornos en formas diversas, en especial son curiosos los macetones.
El entramado de parras-hoy todavía desnudas- se viste en verano de pámpanos verdes y racimos de uvas apetitosas.
Las abejas trabajan libando flores de romero para fabricar dulce miel.
Mil cosas podría decir aún de Vallanca, mil fotografías aún más bellas que estas podría mostrar aquí, y puede que lo haga en otras ocasiones,porque Vallanca es un lugar que merece la pena visitar si uno ama la naturaleza y la paz silenciosa de la montaña.















17 comentarios:

Arantza G. dijo...

Precioso paisaje.
Bonito y relajante paseo.
Así es fácil sentirte bien.
Un beso y sigue disfrutando.

Amig@mi@ dijo...

Me pregunto Rosa, si te han pagado, si no lo han hecho deberían hacerlo, es toda una guía "atrapa turista" lo que has posteado.
Precioso post.
Besos

Rosa Cáceres dijo...

Arantza, si aún estoy colgando imágenes...qué amable eres.

Rosa Cáceres dijo...

Montse, no me han pagado "naíca de ná, los desaboríos" jajajaja.
Voy a ver si puedo colgar algún video que salgo fatal, pero el pueblo sale en verano, verde, verde, verde...

roxana dijo...

Realmente sos atrapa turistas, si fuera alguna vez por aquellas zonas, la tendre ern cuenta!!!!!!!!!!!! me parecio preciosa!Feliz domingo un besote y gracias por hacerme viajar con la mente un ratito. distiende!
Roxana

Cabopá dijo...

Holaaaaa escritora, te compraré tu próxima novela...Bonitas fotos, excelentes comentarios. Dan ganas de ir a Vallanca mañana mismo.Yo en Cabo Palos con la familia de fuera, con sol, viento, nubes, fresquito, tormentas y poco "de leer" y mucho "de comer" Besicos.

Rosa Cáceres dijo...

Roxana, a esto lo llamo yo "viajar en seco", como lavar en seco, que no se moja la prenda lavada, pues así, porque aquí viaja uno sin ir al sitio, tan sólo a través de las imágenes. Pero Vallanca es uno de esos sitios insospechados, escondidos, desconocidos, en los que uno puede intuir qué es lo natural, qué es la dimensión humana de la vida, cosa imposible en el bullicio ciudadano, que no nos da respiro.
Hay que ir a Vallanca.

Rosa Cáceres dijo...

Cabopá, hay que ver cómo nos gustan las fotos a las dos...He visto las tuyas y son maravillosas.
Si has estado en Albarracín, una cosa así es Vallanca.
TE avisaré cuando salga mi próxima novela.
Estoy deseando que nos podamos conocer en persona.

Mal bicho dijo...

Solo con las fotos dan ganas de perderse un fin de semana para desconectar del mundanal ruido.

VIVIR dijo...

QUE BONITO PASEO... HABRA QUE VISITAR ESA LINDA CIUDAD... Y SI ES EN TU COMPAÑIA NOS EXPLICARA A NUESTRA FAMILIA LOS DETALLES DE LA MISMA... ¿VERDAD?

UN BESO

tejedora dijo...

Me quedo con todas las fotos que has puesto. Todas me gustan. Me encanta el turismo rural.
Enhorabuena, Rosa.

Rosa Cáceres dijo...

Mal Bicho, me encanta el nombre que te has puesto jajajaja. Pero no me explico cómo un mal bicho tiene tan elevados sentimientos, y lee la Eneida y Un mundo feliz...A lo mejor es que malos bichos somos todos, al menos un poco.
Tienes razón en la necesidad que todos tenemos de desconectar con el ambiente oprsivo de las ciudades
Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida senda
por donde han ido
los pocos sabios
que en el mundo han sido.
Dijo Fray Luis de León en su famosa oda.

Rosa Cáceres dijo...

VIVIR, qué ganas tengo de conocer Jerez de la Frontera, me enamoré de Cádiz, que no conocía, hace poco, con un enamoramiento tal, que sé seguro que se extenderá a muchas de sus localidades.
Pero Vallanca no es una ciudad, sino un pueblecito recóndito de montaña, de solamente 200 habitantes mal contados.
Eso no le quita hermosura, pero el que quiera jaleo no encontrará allí su paraiso. Sí, en cambio, los amantes de la paz y el sosiego y el contacto con la naturaleza en estado puro, no adulterado por las manadas de turistas y demás.

Rosa Cáceres dijo...

Tejedora, gracias por tus parabienes. Desde luego, el turismo rural tiene un encanto que creo que cada vez descubren más personas. A lo mejor es porque estamos hartándonos del turismo de masas, el gregarismo y la manada.
No hay nada comparable a disfrutar un paisaje sintiéndose como si uno estrenara la vida a través de su belleza.

Alvaro dijo...

Que buen viaje has realizado y que bien te lo has pasado. Además tus fotos son preciosas

Rosa Cáceres dijo...

Tengo cariño a ese pueblo porque conozco mucho al farmaceútico rural que ejerce allí.
Este verano pasé una semanilla de agosto, sin calores, con el rumor de los chopos como motivo inspirador, y le hinqué el diente a mi novela "Isla Cueva Lobos", continuación de Buceadores, que´la había comenzado tres veces sin dar con el hilo conductor de mi gusto.
Allí, sola, en un mirador impresionante que llaman el Castillo, todo se me reveló...Con decir que ya llevo unas mil páginas y la cosa sigue y sigue...

LydiayEsteban dijo...

Hola,
La primera semana de Agosto iremos a Vallanca mi mujer, mi hijo de 4 meses y yo. Es el pueblo de mi suegro, y nos ha comentado que hay muchas rutas de senderismo. Podrias decirme alguna web o mail donde me puedan informar de las rutas?
Gracias y felicidades por el blog.