lunes, 12 de julio de 2010

Dos pollos de gaviota patiamarilla, un diario y un triunfo en fútbol

En el puerto, en el muelle de amarre del Karyam, dos pollos de gaviota permanecen juntos, algo asustados.
Tienen el tamaño de gaviotas adultas, pero su plumaje de tonos pardos delata que son aún simplemente unos "niños" pequeños.
Hay otro detalle más que los caracteriza: el miedo.
Un pollo de gaviota tiene miedo de lanzarse al agua, de volar, de las gaviotas adultas sobre todo, porque sabe que no tienen piedad con los débiles, que son capaces de acabar con la vida de los pollos de su especie a picotazos. La Isla, que es territorio indiscutido de estas aves marinas, está repleta de cadáveres de pollos masacrados por los adultos de la bandada.
No me gustan las gaviotas, lo confieso, y menos las patiamarillas, que son feroces, las he visto ahuyentar gatos de puerto de mar para robarles la comida. El gañido de estas aves me espeluzna, me parece siniestro. Pero estos bebés-pollo me enternecieron. Juntitos, con miedo de lanzarse al mar, permitieron que me acercara a ellos y les hiciera esta foto.
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A mí me gustan los albatros y los cormoranes.

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Y AHORA MI DIARIO ABIERTO

Sigo revisando mi novela. Estoy en la parte final, cuando se resuelven los nudos de acción tanto policíaca como sentimental y, en espcial, de aventura.
¿Querréis creer que no recuerdo lo que escribí en su día y ahora yo misma estoy intrigada? ¡Jajaja! ¡Es muy divertido!
Añado algunos párrafos, dudo si cargar las tintas en una u otra escena...
Pronto daré la segunda vuelta a los folios, que son 443...y lo que añada (como los árbitros de fútbol), por cierto:
¡Campeones,
campeones,
Oe, oe, oeee!

6 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

HOLA : EL MUNDO SE HA VUELTO LOCO, OE, OÉ, OÉ....
FIJATE AYER LOS JARDINES DE DEBAJO DE MI CASA PARECIAN UN TERREMOTO.
LA GENTE CHILLANDO, LAS BOCINAS DE LOS COCHES ¡MADRE MIA QUE LOCURA!.

A VER SI ME ACUERDO YO MAS DE BUCEADORES QUE TU, JA, JA....

AI ROSICA, BESICOS, Montserrat

Blao dijo...

Y que tras la blancura majestuosa de estas aves se oculte tanta voracidad y fiereza... me lleva a pensar que el conocimiento profundo las leyes de la naturaleza aún no me fue revelado.

emejota dijo...

Daba gusto escuchar el clamor de las multitudes desde la terraza. Felicidad corporativa que invita al contagio.
También estamos de acuerdo con lo de las gaviotas, pero los bebes de cualquier especie inspiran tanta ternura, por eso mismo, por su inocente impotencia. En Asturias escucho los cantos de los pájaros en Denia los graznidos de las gaviotas, y a veces descubro alguna "cagada" en la terraza.
Buen momento para corregir y ampliar, ufff, no se como puedes taaanto, buenos si lo se, con esa imaginación.... Un abrazo.

Rosa Cáceres dijo...

Montserrat, jajaja, que no es BUCEADORES, sino su segunda parte, que se va a llamar de otra manera, con los mismos personajes y otros más, con más aventuras, de navegación, de buceo, de erotismo...
Ay, Montse, que me ha salido un novelón de aventura y pasión...

Rosa Cáceres dijo...

Juan, es un tópico la bondad de los animales, pero la realidad desmiente tanta ternura: las conejas devoran a sus crías, las gaviotas las apiolan sin piedad.
Además, atacan incluso a las personas...no es una leyenda urbana. Las he visto. Sin contar con que se comportan como las arpías de La Eneida, haciendo puntería sobre los navegantes y la gente que pasa bajo sus dominios para dejar caer sus asquerosas heces sobre ellos jajaja

Rosa Cáceres dijo...

emejota, las gaviotas gañen, eso es aún peor que gragnar, para mi gusto. A veces parecen criaturas chillando y llorando. En casa se nos ponen en el tejado, una entró una vez en nuestro dormitorio, porque dormimos con la ventana de par en par.

Respecto al fútbol, nunca me había interesado, pero estos días, y ayer más, me complació comprobar que hermanaba a propios y extraños, eso es bueno, es un ideal conseguido: españoles, ingleses, alemanes, mosros, ecuatorianos, subsaharianos...de todo eso y más, riendo y jaleando al equipo...y ni una mala palabra...
¡gracias al fútbol! ¡Increíble!