Soneto a Cristo, nuestro amigo

Esta entrada va dedicada especialmente a Montserrat Llagostera.

La ilustra una copia a lápiz de la cabeza del Cristo de Velázquez, que siempre me fascinó, como a Unamuno. Dibujé este Cristo siendo una adolescente. Una copia de este crucificado presidia la mesa de despacho de mi padre.
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Soneto a Cristo, nuestro amigo.
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Te suplico, Señor, te doy las gracias
Y te llamo, te rezo y te bendigo,
Señor, yo sé de Ti que eres mi amigo
En mi pobreza vil y en tu abundancia.

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Lleno de amor, mi voz oyes, piadoso,
Y aunque mi ingratitud fría te duela,
Tu sereno semblante me consuela
Con su mirar tan dulce y bondadoso.

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Tus claros ojos, limpios, que me siguen,
Ven mi vida exterior y aun ven mi alma.
Concédeme, Señor, la paz, la calma,

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Para corresponder a tu mirada
Y hazme cambiar y hacer mi vida toda
Volverse, por tu amor, de amor formada.

Rosa Caceres

Nota: Mi amiga María Bote, genial poetisa, me hace constar discretamente, a mi correo personal que en el primer verso del segundo terceto me he pasado en dos sílabas. Ella tiene la gentileza de ofrecerme una solución que es magnífica, pero yo, con su permiso, he visto otra, que pongo en práctica corrigiendo el verso: basta con eliminar la palabra bisílaba "también".

Ahora sí ¿verdad, María?

Montserrat debe copiar el soneto tal y como está ahora, si es que desea conservarlo.