Dos dibujos de los muchos que hice sobre esta novela, en parte autobiográfica. La niña que hay sentada en el segundo de ellos, soy yo, como personaje que toma parte en la historia, basada en un hecho real.
Sixto, apodado el Marrajo, tal como se apodaba su padre y se apodó su abuelo, pertenecía a una estirpe de curtidos pescadores. Era, en cuanto a su aspecto físico, un tipo fibroso, lo que se dice un auténtico navegante con los músculos endurecidos a base de tirar de las redes y los cabos de cuerda, la vida que llevaba le había proporcionado un aspecto correoso y duro. Su estatura era mediana, pero el grosor de su musculatura le confería un aire de atleta. Caminaba con una leve cojera, apenas perceptible, secuela de una caída que sufrió de chiquillo cuando, a la caza de gaviotas, perdió el equilibrio y rodó todo el monte del Faro abajo. No se mató de milagro, así es que una complicada fractura de tobillo fue lo menos que le podía haber pasado.
De todas formas, los auténticos marineros andan siempre de una manera especial, un tanto rítmica y balanceante, como si quisieran adaptarse al vaivén constante de los barcos y guardar de esta forma el equilibrio. Así es que la pequeña cojera de Sixto casi pasaba desapercibida. Sus cabellos, rubios y rizados, que solía llevar más bien largos, se encrespaban a veces con el viento y la humedad, confiriéndole el aspecto de un profeta iluminado. En invierno solía dejar de afeitarse y entonces le crecía un espeso bigote y una poblada barba entre rubia y rojiza. Cuando faenaba con las redes, echándolas sobre uno de sus hombros, se diría que era una imagen en movimiento del propio san Pedro apóstol, el mismo que los pescadores sacaban de la iglesia del pueblo en procesión...
De todas formas, los auténticos marineros andan siempre de una manera especial, un tanto rítmica y balanceante, como si quisieran adaptarse al vaivén constante de los barcos y guardar de esta forma el equilibrio. Así es que la pequeña cojera de Sixto casi pasaba desapercibida. Sus cabellos, rubios y rizados, que solía llevar más bien largos, se encrespaban a veces con el viento y la humedad, confiriéndole el aspecto de un profeta iluminado. En invierno solía dejar de afeitarse y entonces le crecía un espeso bigote y una poblada barba entre rubia y rojiza. Cuando faenaba con las redes, echándolas sobre uno de sus hombros, se diría que era una imagen en movimiento del propio san Pedro apóstol, el mismo que los pescadores sacaban de la iglesia del pueblo en procesión...
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La muchacha se llamaba Santa, es decir Fuensanta.
El Paseo concentraba la animación de la fiesta.
Cuando Sixto bajó desde su casa (puesto que el pueblo está ubicado en fuerte pendiente hacia el mar), la vio.
Estaba parada frente a un puesto de cascaruja, regaliz y piruletas. Tenía una niña cogida de la mano, una pequeña de trenzas rubias y ojos vivaces y preciosos que tiraba de su mano solicitando su atención en exclusiva.
Nunca había visto una cintura tan breve. Ceñida por un cinturón blanco que a él le pareció el colmo de la elegancia, resaltaba la magnificencia, casta a pesar de todo, de su busto erguido y sus caderas sinuosas.
Los zapatos, de medio tacón y blancos también, realzaban sus torneadas piernas y lo que se alcanzaba a ver de sus preciosas pantorrillas.
Sixto la miraba embobado, gozando a sus anchas de la belleza de la joven desconocida, para él una auténtica señorita.
Cuando Sixto bajó desde su casa (puesto que el pueblo está ubicado en fuerte pendiente hacia el mar), la vio.
Estaba parada frente a un puesto de cascaruja, regaliz y piruletas. Tenía una niña cogida de la mano, una pequeña de trenzas rubias y ojos vivaces y preciosos que tiraba de su mano solicitando su atención en exclusiva.
Nunca había visto una cintura tan breve. Ceñida por un cinturón blanco que a él le pareció el colmo de la elegancia, resaltaba la magnificencia, casta a pesar de todo, de su busto erguido y sus caderas sinuosas.
Los zapatos, de medio tacón y blancos también, realzaban sus torneadas piernas y lo que se alcanzaba a ver de sus preciosas pantorrillas.
Sixto la miraba embobado, gozando a sus anchas de la belleza de la joven desconocida, para él una auténtica señorita.
17 comentarios:
HOLA ROSA:
Ya me has echado el anzuelo y estoy a punto de picar.
Ahora tengo ganas de comprar a este Sixto, ja, ja.
Bueno en cuanto termine la parte antigua de Isla Cueva Lobos, pues la moderna ya la terminé.
Besicos, Montserrat
Montserrat, Sixto la publicó la Editorial Tres Fronteras, de Murcia (antigua Editora Regional, dependiente del Ministerio de Cultura) y no sé si está agotada. Es muy sentimental, y basada en una historia real: un pescador de Mazarrón se enamoró de una niñera de mi casa, al final se casaron y viven en Palma de Mallorca. Él sí se llamaba Sixto, los demás nombres los he disfrazado un poco, incluso el mío jejeje, un pudor tonto, porque no hay nada de malo en la historia, aunque la mezclo, eso sí, con otra también real de otro pescador.
Un abrazo, querida lectora
Una bonita historia, con unas descripciones muy bien hechas,tanto que se queda uno encandilado por la lectura.
Un saludo.
Me encantó esta novelica murciana de Mazarrón y sus costumbres...
Tengo el honor de tener el libro dedicado y con un dibujico de la autora.
Besicos.
Qué curioso saber que es una historia basada en la realidad. Me pregunto si eso facilita a la hora de escribir. Imagino que sí. ¿Cuántas novelas has escrito?
Cuando vuelva a Murcia prometo buscar alguna. ¿Las venderán en el Corte Inglés?
Suelo hacer escala allí pues mi hija vive al lado.
Un besote
Rosa, amiga, me gusta tu forma de narrar las historias, pues haces que cada vez te centres mas en ella.
Me gustaria tener el libro, pero leo, entre tus comentarios, que está agotado. Si algun dia vuelven a publicarlo por favor comunicalo pues quuiero leerlo.
Un fuerte abrazo.
Valverde de Lucerna, es una historia conmovedora de amor más allá de la muerte, como diría Quevedo, pero al modo de Juan Valera, buscando lo sencillo y cercano.
un abrazo
Cabopá, me alegra que te gustara. La pequeña Isa soy yo, me cambié el nombre basándome en que santa Rosa de Lima en realidad se llamaba Isabel.
Un besico
Amig@mi@, creo que mis novelas no se encontrarán con facilidad en Murcia, por desgracia. Sé que el Corte Inglés las oferta por internet, igual que La Casa del Libro y otras librerías, y por supuesto la Editorial ECU, para comprar por correspondencia. En Madrid sí que las han visto mis hermanas, y en Albacete, pero no sé si en Murcia.
Algunas amistades del blog me las piden a mí, así se las mando dedicadas y nos repartimos los gastos de envío.
Escríbeme si quieres.
Un besico
Amig@mi@, perdona, no he contestado a tu pregunta.
He escrito nueve novelas, de las cuales están siete:
-AURA (Slovento, Madrid)
-"Sixto con rumor de olas rompientes" y -"De donde crece la palma", en el mismo volumen (Editorial Tres Fronteras, Murcia)
-BUCEADORES (Atlantis, Madrid)
-LA DELICADA PIEL DEL ALMA (Editorial Club Universitario, Alicante)
-El EMBOSCADO, un travestido de la Edad Media (ECU; Alicante)
-ISLA CUEVA LOBOS (ECU, Alicante)
Las otras dos se publicarán en breve, una después de otra, pero quiero darme un respiro.
Tengo cuentos en antologías de Madrid, Sevilla, Murcia y Alicante, y he ganado tres premios literarios de narración.
Uffffffff, he contestado ¿no?
Al margen derecho de mi blog están las portadas de mis libros.
teresa, si quieres tener alguna novela mía escríbeme y nos ponemos de acuerdo, al margen derecho del blog tienes las portadas.
Un besico
Gran dibujante, proclamo. (¿O debería decir dibujanta?) Sixto se dejaba crecer las barbas en invierno. Yo lo hago al revés. Como buen discípulo de Diógenes, abandono el cuidado de la pilosidad facial en verano. Luego, para la foto, me afeito para no parecer un indigente de esos de la botella envuelta en papel de periódico. Jejeje.
Un saludo.
Cayetano, los discípulos de Diógenes el Cínico es que sois de lo que no hay, siempre al revés de los demás jajaja...
El personaje de Sixto lo construí en cuanto al físico inspirándome en un pescador joven que efectivamente cojea un poco y es tal cual lo digo, porque yo no me acuerdo bien del Sixto real.
Respecto a lo de dibujante, que es el término correcto (jajaja, perdona que me ría de las tendencias actuales de los políticos, y políticas, faltaría más, en cuestión de género gramatical) muchas gracias.
Un abrazo
Es que lo de dibujanta suena fatal, como gobernanta. ¿Te imaginas una mujer "giganta"?
Saludos.
Cayetano, hay cosas muy divertidas en la cuestión del género gramatical, de verdad.
Un abrazo
UNas descripciones de personajes estupendas, dan ganas de saber más de ellos. Y como siempre, me encantan tus ilustraciones de las situacines, porque además de escribir muy bien, dibujas tambien muy bien.
Un abrazo
José Vicente, muchas gracias, no sé qué más puedo responder a tus elogiosos comentarios.
un abrazo
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