jueves, 17 de abril de 2008

Capiteles

Me encantan los capiteles románicos, y estoy usando el verbo encantar en todo su significado, porque es totalmente cierto que esos capiteles historiados ejercen sobre mí una fascinación inmensa. Y es que no hay dos iguales, porque la mano del tallista no fabricaba las figuras en serie, naturalmente, sino que las cincelaba despaciosamente, entregadamente, ya fuera por amor a lo divino- en cuyo honor ofrecía su trabajo- ya fuera por amor al arte, e incluso por ganarse el pan con su oficio. Pero además yo estoy segura de que el maestro artesano de la piedra disfrutaba enormemente dando forma a su interpretación de los pasajes bíblicos representados y atemorizando a los devotos con sus representaciones del infierno y sus diablos torturadores. En otras ocasiones también se divertía diseñando extraños monstruos, animales fabulosos o risueños trasgos burlones. Su oficio era hermoso, allá en aquel lejano tiempo en que no existía la prisa.

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