martes, 29 de abril de 2008

Solitaria belleza silvestre

Sola, emergiendo del verde de la pitera meditarránea y de su corte de agrillos y hierbas montaraces, la flor destaca, esplendorosamente sencilla, contradictoriamente humilde en su belleza llamativa. Le sirve de telón de fondo el azul celeste del cielo mañanero y primaveral, y también el azul tornasolado del mar, inspirador y vivificante.
Pasan de largo los que ascienden por las escarpadas laderas del monte, por el camino angosto que lleva a la torre vigía de La Azohía. La flor no necesita homenajes humanos, le basta existir, y aún más, le basta existir allí, en ese lugar privilegiado en el cual la brisa del mar la acaricia mezclándose feliz con el aroma del tomillo en flor.
Hay un no sé qué de eterno fundamento en los detalles que nos va mostrando aquí y allá la Naturaleza.
Me detengo al borde del camino. Sé que no hay fotografía capaz de repetir esta amalgama de brisa, aroma y color. Pero al menos la imagen, la huella, podrá dar una idea aproximada de la impronta que la humilde y esplendorosa belleza de la flor silvestre ha dejado en mi sensibilidad.
Enfoco la cámara. Ahí está la estampa. Y en mi alma también.

4 comentarios:

François de Fronsac dijo...

Hola.

Siempre tengo la opinión que cuando un constructor, o concejal de urbanismo, ve una belleza como la que nos muestras, piensa que ocupa mucho lugar, que ensucia, que lo mejor sería hacer una casa, una baldosa, un paseo... Quitar lo verde, que lo verde, y lo rosa, y lo violeta, y... daña la vista.

Esa es mi impresión.

Rosa Cáceres dijo...

La abrupta costa mazarronera y cartagenera son una especie de freno al desenfreno urbanizador. Que los dioses confundan a los que confunden cemento con belleza y a los que profanan los santuarios de la naturaleza sagrada. A mí, com a otros, sólo me es dado rendir pleitesía a las maravillas que encuentro ante mis ojos.
¡Ánimo! No podrán con todo lo bello.

Alvaro dijo...

No debías de enseñar al mundo las magnificas vistas que tenemos en Mazarrón, ya que como opina Illán Vivas, es peligroso que lo vea algún ávido constructor, y desembolse una buena suma de dinero a un concejal y ya sabes cual sería el final de la historia.

Rosa Cáceres dijo...

Tomo nota. desde ahora no desvelaré la localización de mis imágenes.