lunes, 15 de junio de 2009

Cuestión de flores: buganvillas y jazmines...y una rosa en el teclado de mi ordenador para todos vosotros.

Aquí os presento el teclado de mi ordenador fijo. Sobre las teclas una rosa, para que mis palabras sean agradables como su color y su fresco aroma.

El fondo de pantalla es mi amado paisaje mazarronero, a la hora temprana en que la luz despierta y la mar brilla como un espejo de plata bruñida.

En el horizonte, los contornos de Cabo Tiñoso, ya en aguas cartageneras.





Jazminero de mi casa de Puerto de Mazarrón.

Uno de mis placeres sencillos - y suntuosos a la vez- es cortar un ramillete de jazmines, antes de irme a dormir, y ponerlo sobre mi mesilla de noche.
¿No lo habéis probado? Probadlo, si podéis. Os aseguro que ese aroma os transportará a un placentero sueño, relajado, tranquilo, feliz...edénico.

Las buganvillas son de la vecina. Por más que barro allí están ellas, colándose en la casa e imposibles de dominar. Son muy bonitas, pero un incordio. No tienen olor alguno.


Aquí está la prueba. Los jazmines también caen constantemente, pero ni vuelan, ni hacen ruido. Además, incluso en el suelo, huelen maravillosamente.
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Un breve texto que me inspiran:

En el suelo juegan al corro en alas del aire las buganvillas y los blancos jazmines,blancos como estrellas de nieve.
Se arremolinan girando vertiginosamente, como derviches, al dictado de una fuerza centrífuga hipnotizante.
Silenciosas las flores del jazminero, emitiendo un frufrú audible las buganvillas, en contraste.
Pienso que esas flores- las blancas y las de color púrpura- son semejantes a mariposas. Humildes y vivas en su aroma exquisito las blancas de jazmín, escandalosas, soberbias y sin aroma las de buganvilla, mariposas momificadas una vez secas.
Quizás haya también personas semejantes a unas flores o a las otras.
Indiferente a su pugna tácita las flores de madreselva se mantienen prendidas a su lecho de verdes hojas. Y se imponen altivas con un latigazo olfativo subyugador.

16 comentarios:

Alvaro dijo...

Cuantos pequeños placeres, yo tambien tengo buganvillas y de vez en cuando oigo a la vecina quejarse

Rosa Cáceres dijo...

Álvaro, es que por más que barras, allí están de nuevo jajaja, son indomables, como la inspiración de un poeta. Pero tiene un color precioso, eso sí.

Amig@mi@ dijo...

Qué paseo tan bucólico nos has regalado sin salir de tu casa ...
Yo también odio las buganvillas!!!
Mi suelo siempre plagado y com tú SON DE LA VECINA.
Besos

Rosa Cáceres dijo...

Amig@, hay que ver con las dichosas florecicas, da o mismo que estén a cien metros, el viento te las lleva a domicilio. Lo peor es cundo las veo en el suelo del salón o del pasillo a media luz, y me creo que es una cucaracha, de esas de los puertos de mar, grandísimas y voladoras, agresivas ellas...jajaja decididamente, prefiero los jazmines, y más aún las diamelas, si no atrajeran avispas a montones.

Amig@mi@ dijo...

conozco esas cucarachas, vivo al lado del mar y aquí son ABUNDANTES. LAS ODIOOOOOOOOO
y como mal de muchos... yo aparte de las buganvillas de la vecina tengo también unas flores azules, que caen a mansalva y que son pegajosas, por lo que la casa está llena de las que metemos en los pies y lo peor...
Son de una casa deshabitada.
jaja
Besos

Arantza G. dijo...

Transportada a un mundo de estupendos aromas, inspiración del poeta, alegría de las damas...
Cuanta dulzura
Besitos

Cabopá dijo...

Los jazmines forman parte de mi vida, de toda.Ver portada de mi blog..ja,ja, cómo si no lo supieras...Es una foto del patio de casa de mis padres en la playa..en mi otra playa..Tengo una entrada de hace tiempo de la poda del jazminero..en casa siempre tengo claveles, no clavelllinas en rojo y blanco o fucsia o matizadas de varios colores..(me las compro los jueves en el mercadillo..del parque de Fofó..)La florista ya es mi amiga..La buganvilla es dificil de cuidar en ciudad necesita suelo y yo, pues qué no....
Los jazmines por la noche
cuando caen, lo hacen para perfumar a quién siente que la vida no se detiene. Ellos suaves acarician a la madre a la hija y al padre...aunque algunos ya no están,Para por la mañana barrerlos.Cada vez que barro el patio en verano...miles de recuerdos caen por mi frente en forma de besos.... Al final un poco ñoña mi coment. Besicos para ti.

Rosa Cáceres dijo...

Amig@, creo que sé qué flores azules dices. se pegan que da gusto jajajamenos mal que no las padezco allí, ya tengo bastante con las buganvillas, mis ibiscus, que sueltan la flor todos los día, el galán de noche -¡qué aroma, pero qué de florecillas que barrer!- y los dondiegos. Sin contar con el incinso, que se me ha asalvajado y cunanto más corto más sale, que se me está comiendo la menta...¡Ay, qué pedazo de jardinera estoy hecha! No la hay peor.

Rosa Cáceres dijo...

Arantza, ya dirás qué clase de flores tienes por allí arriba. S3guro que no se queman vivas del solanero, como aquí.
Te agradezco mucho tu cariñoso comentario. Eres tú misma una dulzura de amiga.

Rosa Cáceres dijo...

Cabopá, no se conciben nuestras playas sin los jazmineros, los grillos cantando a la luna, las chicharras al sol y todo eso.
Los claveles me encantan, porque además de su aroma y fortaleza, no tienen espinas.
Yo no suelo comprar flores, pero tengo siempre la casa llena de cañas de bambú, que se me dan bien, y algunas otras plantas verdes, como los potos. No hay medio de que me echen flores ni los geranios ni ná de ná...bueno, este verano tengo los dondiegos cuajadicos de flor. Me enternece su aroma casi imperceptible, de tan suave.
El jardín de Fofó está casi frente a la que era mi casa de soltera. No mi casa natal,Nací en la calle Simón García, por donde ahora está la Plaza del cristo del Rescate, cerca del Hotel Arco de San Juan.
De ñoña nada, bonica. Los jazmines de noche son un poema. Nosotros jamás nos vamos a dormir sin salir un ratito al jardín delantero a deleitarnos con su aroma. Y yo, particularmente, disfruto muchísimo con su olor a primeras horas de la mañana.
ES inevitable que el aroma te traiga recuerdos. Es nuestra memoria sentimental, siempre tan ligada a sabores, olores, sonidos...

Mar dijo...

¡Qué maravilla de relato!. Haces un recorrido tan ameno y claro que, hasta aquí llegó el aroma de la rosa y los jazmines.

Un abrazo.

Antonio Verdú Asís dijo...

Gracias por amenizar tus palabras con una rosa, la otra está detrás. El texto además es un maravilloso poema. Creo que sí te respondí a las dos preguntas, pues en cuanto a las coplillas no supe por cual decidirme. Al final todos caemos al suelo como hojas, pero mientras estemos en el árbol...

Cyd Charisse dijo...

Rosa, me ha encantado tu poema y sobre todo después de pasarme ayer toda la mañana podando un árbol variedad de hiedra que a mi vecino de arriba le molesta en verano. Es que el buen señor es como el marqués que va una vez al año al cortijo y llega mandando...
Yo tengo el jazminero enredado en la reja de mi dormitorio. Tambíén tengo dos buganvillas que dan mucho trabajo, cierto, pero que dan flores muy vistosas. También tengo un galán de noche, esas flores azules que son pegajosas pero que tienen un color precioso; un limonero, un mandarino, un níspero, un hibisco, muchos geranios y cactus y un aloe vera que crece y crece. Tengo más plantas, pero creo que con eso tenéis una muestra. Me encanta el jardín y me paso muchas horas cuidándolo, aunque mis riñones de abuelita se resientan.
Un beso enorme.

Rosa Cáceres dijo...

Mar, la del nombre de poema con sabor a sal y efluvio de spumas, gracias por tus palabras.

Rosa Cáceres dijo...

Antonio, mil rosas quisiera tener en mis manos para ofrcerlas a mis amigos, y un millón de rosas en mis labios para que mis palabras fuesen siempre amables, como flores de primavera.

Rosa Cáceres dijo...

Cyd Charisse, me ganas en variedad de plantas. Claro que mi jardín es pequeñísmo, más bien es una jardinera. Yo tengo un limonro, un naranjo, dos ibiscus, dondiegos de noche...geranios, menta, incienso, y en macetones un ficus, aloe vera, y otrs plantas varias de las cuales ignoro el nombre. Como es un duplex, pues no hay vecino de arriba, digo en la playa.
Y los riñones...sufren, sufren, pero tampoco me mato. Los dos jazmineros muruieron ahogados por la hiedra de una vecina, la misma de la buganvilla, así me quedé también sin galán de noche, pero disfruto de los del otro vecino, que echan multitud de ramas a mi jardín.